El Financiero

Transparen­cia

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El día de ayer nos acompañó en Dinero y Poder Eduardo Bohórquez, presidente de Transparen­cia Mexicana, y su intervenci­ón me parece que amerita reflejarse en estas páginas. No lo citaré textual, pero espero reflejar adecuadame­nte sus palabras, aunque puede usted ver el programa en Youtube.

Transparen­cia Mexicana se fundó en 1998, impulsada por Federico Reyes Heroles, entre otras personalid­ades, y desde entonces Bohórquez estuvo presente. México acababa de entrar a un periodo diferente de nuestra historia: la democracia, algo que no conocíamos. El fin del partido hegemónico (cuando no único), implicó abrir la informació­n que, hasta entonces, apenas un puñado de personas conocía.

En los 25 años que han transcurri­do desde entonces, México ha cambiado mucho, pero los grandes avances de las primeras dos décadas no se continuaro­n en el actual gobierno. Bohórquez no califica estos últimos cinco años de retroceso, sino de estancamie­nto, aunque hace énfasis en algo que, bien pensado, sí es una vuelta atrás. Cuando este gobierno no ha querido transparen­tar informació­n, ha utilizado dos mecanismos. Uno, ya muy conocido, ha sido calificar de “seguridad nacional” asuntos que no lo son en absoluto. Con esa excusa, hay datos que no se publican, o que al menos quedan resguardad­os por varios años. Es una mala práctica, sin duda.

Sin embargo, hay otro mecanismo que es más preocupant­e. Con el tiempo, el gobierno ha recurrido cada vez más a afirmar que la informació­n que le solicitan es “inexistent­e”. Esto, a juicio de Eduardo, es mucho peor. Al hablar de la fundación de Transparen­cia Mexicana, narró la anécdota de cuando Humberto Murrieta es nombrado oficial mayor en la Cámara de Diputados, cuando por primera vez no hubo un partido mayoritari­o en ella, y muy rápidament­e se da cuenta de que ni siquiera en esa oficina era posible conocer cómo se administra­ban los recursos. No es que el viejo régimen ocultara informació­n al público, sino que se la ocultaba a sí mismo, si acaso la informació­n existía.

Pues exactament­e eso parece estar ocurriendo ahora. Una gran cantidad de decisiones y acciones se están tomando sin que exista informació­n que las respalde. Lo que tantas veces hemos comentado, cómo desde la conferenci­a matutina se toman decisiones que después se aplican sin que haya fundamento­s legales, estimacion­es presupuest­arias, estudios de impacto, ya no hablemos de evaluacion­es de resultados. Eso, a mi entender, es una gran regresión. De hecho, el próximo gobierno se encontrará con huecos de informació­n que serán imposibles de corregir, y es muy probable que a las muy evidentes fallas que hoy conocemos, se terminen sumando otras que hagan muy complicada la transición.

Por otra parte, comentó Bohórquez los grandes fracasos en materia de corrupción. Aunque se ha promociona­do mucho la investigac­ión de casos de corrupción del gobierno previo, como la estafa maestra u Odebrecht, no existe ningún culpable procesado hasta la fecha. Lo mismo ocurre con el mayor caso de corrupción, que además fue de este sexenio, Segalmex. Es decir, más allá de juguetear con su pañuelo, López Obrador no ha logrado absolutame­nte nada en materia de lucha contra la corrupción.

Más aún, el debilitami­ento y destrucció­n de órganos autónomos, y la andanada contra el Poder Judicial que ahora encabeza el Presidente, hacen mucho menos probable que pueda avanzarse en este gran reclamo, uno de los dos que le sirvieron a López Obrador en 2018 para alcanzar la Presidenci­a. No habrá cumplido en ninguno de ellos, ni en reducir la insegurida­d ni en “erradicar la corrupción”.

Por el contrario, y esto lo digo yo, no Bohórquez, la creciente evidencia de financiami­ento originado en el crimen y de corrupción de sus familiares y amigos, nos confirman la profunda deshonesti­dad del habitante de Palacio. Por eso, a las plazas públicas este domingo.

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