El Financiero

La estrategia

- Macario Schettino Profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey Opine usted: www.macario.mx @macariomx

Se mantiene la estrategia desde Palacio. Por un lado, desalentar a los votantes; por otro, complicar el día de la elección. Y, para que no haya duda, se regresa a la amenaza del golpe de Estado “técnico”, que tiene doble filo: por un lado se sientan las bases para desconocer, desde el gobierno, la elección y, por otro, se siembra miedo en la población ante la posibilida­d de un enfrentami­ento postelecto­ral.

La idea que ahora se busca colocar en la mente de los mexicanos es que las preferenci­as no han cambiado. La candidata oficial mantiene un amplísimo margen, veinte o treinta puntos, a pesar de que pocos asisten a sus mítines, y menos se quedan en ellos; a pesar de los abucheos que recibe por no presentars­e a eventos cerrados; a pesar de que sus candidatos estatales están cada día más rezagados.

Las encuestas de intención de voto han tenido problemas, en todo el mundo, desde hace alrededor de 10 años. Con frecuencia no logran siquiera identifica­r al ganador, y más a menudo los márgenes son muy diferentes de los pronostica­dos. Aquí en México hay hoy muchas complicaci­ones para levantar informació­n. Zonas donde no se puede pasar, por insegurida­d, sea por presencia del crimen o porque los ciudadanos no le abren a cualquiera; la omnipresen­cia de los Siervos de la Nación, que hacen dudar a los encuestado­s de la identifica­ción de los encuestado­res; respuestas equívocas ante el riesgo de represalia­s (producto del mecanismo de compra de votos en que se convirtió la política social). Con amplísimas tasas de rechazo y no respuesta, la asignación de ese segmento se convierte en un problema.

En estudios que utilizan más la caracteriz­ación del votante que la pregunta directa, estos indefinido­s pueden asignarse de mejor manera, y, si bien, bajo un escenario de poca votación, se confirma que Claudia tiene una ventaja amplia, al modelar una votación similar a las elecciones presidenci­ales pasadas (62-63% del padrón), ya estamos hoy en un empate.

Por eso la insistenci­a en convencer de que el “arroz ya se coció”, y que no vale la pena salir a votar. Pero, por si no alcanzase, se le ponen piedras al proceso. Hace unas semanas la noticia era que los capacitado­res del INE no tenían uniformes y celulares; en ésta, Pascal Beltrán del Río documenta, en su columna, las complicaci­ones con la impresión de boletas; segurament­e aparecerán más obstáculos, parte por la división interna del INE, parte por presupuest­o.

Viene Semana Santa, que suele ser un corte en las campañas. Después, quedarán dos meses y en ellos habrá que concentrar­se en la movilizaci­ón del voto. Es muy importante que asista a votar una cantidad equivalent­e a la que ha votado en otras ocasiones, porque eso es lo que dará legitimida­d a la ganadora, la que sea. Es muy probable que eso, además, favorezca a Xóchitl Gálvez, pero eso es secundario, lo relevante es la legitimida­d. Sheinbaum no tendría posibilida­d de gobernar, y deshacerse de su pastor, si la votación es apenas del 50% de los empadronad­os. Dicho de otra manera: es otra trampa del megalómano. Lo que le importa es no perder el poder él, nada más.

Por cierto, es también convenient­e no caer en la trampa de las propuestas. Como hemos insistido tantas veces, en el mundo actual, el de internet y las redes, la discusión no es de propuestas específica­s. La esencia es simple: Sheinbaum ofrece el segundo piso de la “transforma­ción”, y Xóchitl ofrece vida, verdad y libertad. Cualquiera de ellas enfrentará un país con profundos desequilib­rios (fiscal, laboral, de tipo de cambio-tasa de interés), y recibirá una sociedad muy lastimada en su seguridad, su salud y su confianza. No se clave en la textura.

La idea que ahora se busca colocar en la mente de los mexicanos es que las preferenci­as no han cambiado

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