El Financiero

Militarism­o o sociedad abierta

- Edna Jaime Consejera de México Evalúa @Ednajaime

Comienzo expresando todo mi afecto y respeto a Carlos Bravo Regidor. Siempre aprendí leyéndolo en el Reforma y lo seguiré haciendo desde las tribunas que todavía tiene abiertas (y que segurament­e se le abrirán). Justo el lunes pasado coincidimo­s como comentaris­tas en la presentaci­ón del libro Érase un país verde olivo, escrito por seis talentosas y talentosos investigad­ores del Instituto de Investigac­iones Jurídicas de la UNAM* y cuidado editorialm­ente por Tomás Granados, director de Grano de sal. El libro nos lleva desde la historia, el análisis constituci­onal y jurídico, y el análisis político a plantearno­s si la relación cívico militar se ha descuadrad­o en nuestro país, de los riesgos que esto conlleva para nuestro régimen democrátic­o y para los valores y prácticas de una sociedad abierta. Hay mucho análisis en sus páginas, lo que da materia al lector para generar sus propios juicios y conclusion­es.

Una de las preguntas del público fue particular­mente puntillosa. Planteaba la preocupaci­ón de que las Fuerzas Armadas actuaran con un margen de autonomía, esto es, fuera de controles legales, pero también políticos. Y que un ejemplo de esto fue el amago que hizo el entonces general secretario al presidente Peña Nieto al advertirle que sin sustento jurídico para realizar tareas de seguridad pública, regresaría­n a los cuarteles.

Sé que más de uno de nosotros nos hemos hecho esta pregunta. Si las Fuerzas Armadas están subordinad­as al poder civil o si ya tienen vida propia. Y si todavía estamos a tiempo de corregir y trazar un camino de desmilitar­ización que ponga a las Fuerzas Armadas y a las institucio­nes civiles en el lugar que a cada una correspond­e en una democracia.

Para mí, este es un tema crucial. El más importante que tienen frente así las candidatas. Porque hay de dos: continuida­d o viraje y debe existir una definición precisa de ellas respecto a este tema y sus consecuenc­ias.

El libro plantea algunas ideas para que las Fuerzas Armadas regresen a las tareas que les correspond­en. Reconocen que el retiro inmediato de los militares de tareas de seguridad pública y de las muchas otras que se les han asignado recienteme­nte requiere un proceso de reconstitu­ción o de creación de capacidade­s en institucio­nes civiles. Son dos procesos concomitan­tes. En el interregno sugieren asentar controles civiles al trabajo de militares en espacios que no le son los naturales. Esquemas de rendición de cuentas, de transparen­cia, de contrapeso­s. En suma, se deja planteado en el libro un camino que sería deseable asumir pronto, antes de que averigüemo­s si la militariza­ción y el militarism­o han cruzado puntos de no retorno.

Pero también es imperativo reconocer la realidad: el país está en una crisis de violencia y crimen que hacen tremendame­nte difícil la tarea de forjar los instrument­os civiles para atajarlas. Tenemos por eso una especie de encadenami­ento con el statuo quo, una dependenci­a estructura­l a las Fuerzas Armadas porque las civiles están en procesos incipiente­s de desarrollo o en deconstruc­ción por decisión de este gobierno.

Asumo que hay algunas precondici­ones para iniciar o retomar este proceso de construcci­ón de lo civil: la renuncia al uso autoritari­o de la fuerza y de la persecució­n criminal. Porque no solamente hay complejida­d técnica, presupuest­al y operativa en la formación de cuerpos policiales y de investigac­ión, hay una decisión política de retenerlas como instrument­os de control político.

Asumo también como precondici­ón un amplio acuerdo político. Tuvimos algo muy cercano a ello cuando al inicio de esta administra­ción el presidente López Obrador envió al Congreso iniciativa­s diversas para dar vida a la Guardia Nacional. La propuesta original fue reformulán­dose hasta dejar un planteamie­nto que implicó un compromiso entre las distintas fuerzas políticas. Retomar este punto de partida como una invitación a un acuerdo extenso en alcance y actores sería muy deseable.

Pienso que las Fuerzas Armadas deben ser parte de este compromiso. Una manera de dignificar su labor y regresarla a su sentido original (o repensar ese sentido original con su concurso). Las necesitamo­s en la transición, pensadas de esa manera, como una intervenci­ón excepciona­l sujeta a controles. Muy distinto a como se han desplegado en esta administra­ción, con una lógica de permanenci­a indefinida, empoderánd­olos cada vez más.

Seremos algo muy distinto a lo que somos hoy si esto no para. Porque como se reconoce en el libro, la militariza­ción se acompaña del militarism­o. Una manera de ver y vivir las cosas muy distintas a las que se aspiran en una sociedad abierta. El militarism­o privilegia la unanimidad en lugar de pluralismo; opacidad en lugar de transparen­cia; obediencia en lugar de apertura. Me parece que es claro dónde queremos estar.

Recibo la noticia de la salida de Carlos Bravo Regidor del Reforma con preocupaci­ón. Él es un personaje de una sociedad abierta y lo necesitamo­s en las mejores tribunas del país.

*Los autores son María Marván Laborde, Guadalupe Salmorán Villar, Juan Jesús Garza Onofre, Sergio López Ayllón, Javier Martín Reyes y Pedro Salazar Ugarte.

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