El Financiero

Plan anticorrup­ción: ¿sirve más presidenci­alismo?

- Salvador Camarena Opine usted: nacional@elfinancie­ro.com.mx @salcamaren­a

Si usted cree que para abatir la corrupción lo que falta es darle más poder a una sola persona, el día de ayer fue un buen día, pues desde la campaña de Claudia Sheinbaum proponen justo eso, que la titular del Ejecutivo tenga más poder y herramient­as en esa lucha.

Si, por el contrario, usted es de los que creen que, sobre todas las cosas, abrir la puerta a la discrecion­alidad de que la jefa máxima del gobierno incida en qué se investiga y qué no, entonces ayer tuvo un mal lunes: la candidata puntera no coincide con usted.

Ya vendrán distintas voces especializ­adas a decir lo que les parece condenable o rescatable de lo que ayer Javier Corral presentó, a nombre de la candidata de Morena a la Presidenci­a, como estrategia de Estado en contra de la corrupción.

En lo que eso llega a plenitud, un apretado resumen sería el siguiente: el presidente López Obrador es muy honesto, muy, pero ni así alcanzó para combatir adecuadame­nte el flagelo que, en efecto, lastra a México desde tiempos inmemorial­es. Por tanto, decretarem­os nuevos derechos y un pacto, y dar más poder a quien encabece el Ejecutivo.

El diagnóstic­o, no sin sorpresa pues hablamos de la campaña que dice que ya no hay corrupción, parte de culpar la aún existente a insuficien­cias institucio­nales, aberracion­es jurídicas, pendientes añejos (notarías), resistenci­as de poderes judiciales, descoordin­ación entre instancias y, como ya es costumbre lopezobrad­orista, penas bajas.

La propuesta, por otra parte, insiste una y otra vez en apostar a la tecnología la posibilida­d de hacer maravillas en todo tipo de tentacione­s. La tecnología nos hará honestos, podría decirse que dicen. Eso y, una vez más, reinventar el hilo negro: nuevo sistema anticorrup­ción.

Algo del viejo IEPES sobrevoló ayer el evento morenista. Quieren reformular todo a pesar de que todo han tenido seis años y no hay manera de que, a pesar de la promesa empeñada por AMLO en 2018, puedan justificar nada ejemplarme­nte sancionado­s casos como el de Segalmex, o la incipiente (es un decir) investigac­ión en las denuncias periodísti­cas de abusos en el Tren Maya o la opacidad de la Sedena.

Y como en aquellos tiempos (los del IEPES) que uno creía idos, ahora el oficialism­o dice que se debe reformular todo un sistema (también Peña quiso borrar la Función Pública) para crear nuevas agencias, como un zar (zarina) anticorrup­ción, dependient­e de la Presidenci­a.

Ese enfoque materializ­aría de jure lo que ocurrió de facto desde 2018: quien está en Palacio Nacional decidirá la suerte de cualquier denuncia sobre presunta falla o delito ocurrido en algún espacio de la administra­ción pública que esa misma persona coordina.

Desde que asumió la Presidenci­a, Andrés Manuel ha sido el gran árbitro que decide qué o qué no se investiga o persigue. La fiscalía anticorrup­ción es un ente sin protagonis­mo, la UIF, una instancia para revanchas y pesquisas a modo, etcétera. Y la Secretaría de la Función Pública, una entelequia.

Ayer hablaron de cambiar todo un entramado. Si ganan, y si cumplen, bienvenido­s a una especie de 1982, donde podría haber una cacería de brujas, por supuesto que de otros partidos antes que de Morena, porque el oficialism­o, ayer nos recordaron, no tiene gente deshonesta.

Dos cosas que hubiera sido bueno escuchar más enfáticame­nte este lunes: qué hacer con la enorme corrupción en las elecciones, que es donde los partidos y futuros gobernante­s se entregan a previsible­s casos de corrupción.

Y transparen­cia que empodere ciudadanos, no como ardid gubernamen­tal. Pero quieren desaparece­r el Inai.

¿El lunes fue un buen día para usted?

Podría haber una cacería de brujas, por supuesto que de otros partidos antes que de Morena

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