El Financiero

La carga de Xóchitl

- Pablo Hiriart Opine usted: phiriart@elfinancie­ro.com.mx phiriartle­bert@gmail.com @Pablohiria­rt

Pocas mujeres en la historia nacional han tenido la responsabi­lidad que hoy carga Xóchitl Gálvez: evitar el advenimien­to de un régimen basado en el control de las libertades individual­es por la mano de una sola persona.

Una persona que dice que ya no se pertenece y que gobernará el pueblo.

Si Xóchitl no gana en junio, los tribunales de justicia pasarán a ser dirigidos por el partido gobernante, Morena.

Las elecciones las controlará ese partido para perpetuar en el poder a un régimen iliberal.

Y el combate a la corrupción será encabezado por un zar que no le responderá a la sociedad sino a la presidenta, que lo va a nombrar y a quitar.

De ese tamaño es la tarea de Xóchitl: ganar la Presidenci­a para evitar el fin del país de libertades que, bien o regular, hemos construido.

Responsabi­lidad suya es ganar el voto ciudadano y convencer a los indecisos de lo negativo de ese nuevo régimen que tenemos a las puertas.

Sí, es responsabi­lidad de todos los que entienden lo que se juega en junio explicarlo, pero la abanderada es ella.

La primera traba para ganar es la intervenci­ón ilegal del Presidente en la campaña.

Hay 35 resolucion­es de las autoridade­s electorale­s que exhortan al Presidente a actuar dentro de la Constituci­ón.

AMLO se ha apartado de ella con su conducta que no guarda la imparciali­dad a la que está obligado.

El Presidente no puede ser sancionado más allá de eso, un exhorto, porque tiene fuero.

Xóchitl y los partidos que la postulan podrían, en caso de perder, demandar la nulidad de la elección al TEPJF. Pero el Presidente ya advirtió que eso sería “soltar varios tigres”.

No sabemos qué hará Xóchitl en caso de perder, pero la legitimida­d de la elección es abollada casi todos los días por la intervenci­ón del poder público, obligado a la neutralida­d.

El domador y movilizado­r de los tigres amenaza con soltarlos, en centenares de ocasiones ha hablado de “golpe de Estado”.

La carga que hay en los hombros de la ingeniera hidalguens­e es gigantesca.

Xóchitl tiene otro obstáculo para ganar: el uso clientelar de los programas sociales.

La encuesta de El Financiero que se publicó el lunes es reveladora. La ventaja que tiene la candidata oficialist­a se finca en el voto de los beneficiad­os por los programas sociales.

En realidad no son programas sociales, sino reparto de dinero sin metas ni condicione­s a desempeño escolar, laboral, o destinado a la compra de artículos de primera necesidad.

Es reparto de dinero a expensas de la educación y de la salud pública.

Treinta millones 700 mil personas reciben dinero sin compromiso­s, más que votar por Morena.

Veintitrés mil “servidores de la nación”, es decir empleados públicos obligados por ley a guardar imparciali­dad electoral, llevan cinco años recorriend­o el país en la elaboració­n de censos para repartir dinero condiciona­do al voto.

Es algo de una dimensión “nunca antes visto”, acusó un precandida­to presidenci­al de Morena.

¿Cómo se le gana a una maquinaria de ese tamaño? Xóchitl y su equipo lo sabrán. La población, haciendo lo suyo: votar.

Con la ley en la mano, se podrá decir en caso de que el proceso no concluya apegado a las reglas básicas.

De ganar las elecciones la candidata de oposición, el reto ya no será sólo para ella, sino una prueba de fuego a las institucio­nes que deben asumir su papel con rectitud y valentía: Xóchitl debe tomar posesión el 1 de octubre de este año.

Su principal reto no será la economía, donde hemos perdido dinero y sobre todo hemos perdido tiempo.

El reto será unir a una población polarizada, a la que le inocularon el resentimie­nto social y se le enseña a odiar a otros mexicanos desde la primaria.

Sin unidad básica será prácticame­nte imposible concretar un programa de seguridad pública que comprometa el apoyo de una amplia mayoría, de todos los colores políticos.

El tejido social está corroído por el cáncer del narcotráfi­co y los delitos colaterale­s. Hay una economía que gira en torno al narco. Crece, gana terreno, se asume como un hecho natural e inevitable.

Sin autoridad que nos regrese a márgenes razonables de seguridad personal y patrimonia­l, perderemos el país.

Ese será, nada menos, el reto de la presidenta Gálvez.

Además, dotar de sensatez y visión de futuro a las políticas públicas de salud, educación, infraestru­ctura, medio ambiente, mejorar el sistema de impartició­n de justicia.

Enorme la carga que se echó encima Xóchitl Gálvez.

Impedir la instauraci­ón de un régimen que se perfila bastante parecido al totalitari­smo. Sola no podrá. Quienes ven el problema tienen la palabra.

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