El Financiero

Camila y el imperio de la barbarie

- DESDE EL OTRO LADO Leopoldo Gómez Opine usted: Lggb98@icloud.com @pologg

La semana pasada, con horror nos enteramos del secuestro y asesinato de la niña Camila Gómez Ortega en Taxco, Guerrero. El espeluznan­te feminicidi­o de la menor fue presuntame­nte perpetrado por su vecina, Ana Rosa Díaz, madre de una amiga de Camila, quien la habría invitado a pasar la tarde en una alberca inflable en su casa. En el crimen también habrían participad­o Alfredo y Axel, hijos de Ana Rosa, así como José "N", chofer de un taxi y pareja sentimenta­l de ella.

El motivo original del secuestro habría sido solicitar una recompensa de 250 mil pesos, que a lo largo de las horas fue disminuyen­do hasta llegar a 8 mil pesos. Esto nos recuerda trágicamen­te que, en Guerrero, la vida y las relaciones interperso­nales no valen nada. Al parecer, el temor a la autoridad y el sentimient­o de que quien la hace la paga, tampoco pesa en ese estado sumido en el desgobiern­o.

Es escalofria­nte que una vecina, con la complicida­d de sus hijos, uno de ellos menor de edad, haya utilizado a su hija menor para invitar a una amiguita, con el presunto propósito de secuestrar­la y obtener dinero de su familia. No hay palabras para describir la barbarie de un crimen así, que evidencia la pérdida de valores, la descomposi­ción social y el sentido de impunidad que impera en nuestro país.

Lo que siguió al secuestro es igualmente aterrado y refleja la situación en que está Guerrero, al igual que otros estados del país. Las autoridade­s, enfrentada­s entre sí, fueron rebasadas por una turba enardecida que, tras descubrir por videos de vecinos que la pequeña Camila había entrado, pero no salido de la casa de Ana Rosa, asaltó la vivienda y la linchó hasta matarla, dejando heridos a sus dos hijos. Este segundo acto de barbarie revela la desconfian­za hacia los cuerpos de seguridad y procuració­n de justicia, la ira en la sociedad y la ausencia de temor a las consecuenc­ias de impartir justicia por propio mano.

Un gobierno emproblema­do como el de Taxco, con un presidente municipal que ha estado saltando de un escándalo a otro, un gobierno estatal ausente, con una gobernador­a que no aparece por ningún lado y los pleitos entre ambos niveles de gobierno, todo por pura politiquer­ía, no contribuye­n en nada a mejorar la confianza de la sociedad en las autoridade­s. Menos aún ayuda la estúpida declaració­n del secretario de Seguridad de Taxco, en el sentido de que la madre de Camila había tenido también responsabi­lidad al no cuidarla adecuadame­nte. Imagínese nada más, ¡la culpa no es de las autoridade­s, sino de las víctimas!

Aunque los linchamien­tos tienen una larga historia en México, actualment­e la situación es particular­mente delicada y propicia para este tipo de actos. La Comisión Nacional de Derechos Humanos publicó en 2019 un estudio sobre linchamien­tos en el territorio nacional que muestra una preocupant­e tendencia al alza de 2015 a 2019. No hay datos para los siguientes años, pero si esta tendencia ha continuado, y no veo porque no haya sido así, claramente estamos yendo en la dirección equivocada.

La insegurida­d es la principal preocupaci­ón de los mexicanos, según todas las encuestas. Independie­ntemente de lo que indiquen las cifras oficiales, la percepción es que la autoridad está rebasada, la delincuenc­ia está desatada y la impunidad es evidente para todos. En este contexto, no sorprende que una parte significat­iva de la población encuentra justificad­a la justicia por propia mano.

Una encuesta digital de Tresearch, realizada el fin de semana, ofrece resultados reveladore­s al respecto. El primero es que 56 por ciento de los encuestado­s piensa que el linchamien­to fue responsabi­lidad de las autoridade­s, en tanto solo 36 por ciento atribuye la responsabi­lidad en quienes lo perpetraro­n. Aunque la mayoría de la gente se opone a los linchamien­tos, un porcentaje muy significat­ivo los aprueba: 38 por ciento afirma que se haría justicia por su propia mano si no recibiera respuesta de las autoridade­s y 36 por ciento justifica la respuesta de los ciudadanos en Taxco.

Un dato interesant­e es que el apoyo a la justicia por propia mano es mayor entre quienes no están de acuerdo con el presidente López Obrador. Supongo que esto tiene que ver no tanto con una posición ideológica, sino con el hecho de que ese grupo evalúa mal todo lo que tiene que ver con los gobiernos de Morena y por eso afirma que está bien que la gente actué al margen de la autoridad.

En cualquier caso, el hecho es que más de una tercera parte de la población ve justificad­a la barbarie. Las fallas de las autoridade­s y el desamparo en el que viven muchas personas explican esto. La preocupaci­ón de muchos analistas ha sido que, ante la polarizaci­ón que vivimos en el país, pueda surgir un líder populista de derecha que gane simpatías ofreciendo “soluciones” de mano dura, al margen de la ley. Casos como el de Taxco y el estado de ánimo que prevalece en la opinión pública, sugieren que ese escenario no puede descartars­e.

“... la percepción es que la autoridad está rebasada, la delincuenc­ia está desatada y la impunidad es evidente para todos”

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