Uno nunca sabe

El lanzamiento del libro “El Seminarista” viene a contar una historia que ya todos hemos oído desde hace tiempo, los abusos que se cometen adentro de los seminarios, colegios y orfanatos que tiene la Iglesia.

Y es que es la historia de siempre, no importa si es en Piedras Negras, en Irlanda, en Pensilvania y Boston, en Gringolandia, o Chile, por todos lados han salido casos de padrecitos que se pasan de listos y le andan metiendo mano a las morritas y morritos, en especial estos últimos. Quién sabe por qué los que tanto se oponen a que los gays se casen y formen familias tienen un largo historial de atracción hacia los jovencitos de su mismo género, ¿será que su rechazo es una especie de frustración porque ellos no pueden vivir como quieren?

Y si bien no hay que generalizar, porque no todos los curitas son unos viejos lesbianos raboverdes, hay unos que tratan de limpiar el cochinero que dejan sus colegas. Ahí está el caso del Papa que se la ha rifado haciendo justicia en otros países en casos de abusos de curas.

Aunque México ha escapado de esta “limpieza” dentro de la Iglesia, como la que ha ocurrido en otros países.

Hasta pareciera que aquí el Santo Padrecito no quiere sacudir el tapete porque vayan a salir las arañas, ratones y demás alimañas que dejan importantes ganancias económicas a la Iglesia.

Así que usted ya sabe, si pa’ la próxima que vaya a misa le piden caerse con el diezmo, allá usted, no está mal ayudar, pero también hay que saber a quién, porque esos diez pesitos que usted dona de corazón pueden acabar para financiar a abusadores, uno nunca sabe.