El Heraldo de Aguascalientes

‘Aquí no hay autoridad’

- ROLANDO HERRERA ENVIADO

ACAPULCO.- Frente al hotel Krystal Beach, en la bahía vehicular donde descienden los turistas, hay un coche rojo atrapado entre los fierros de una estructura metálica que fue arrancada por el huracán “Otis”.

Más adelante, entre pedazos de yeso, vidrio y recubrimie­ntos, hay un perchero de madera con la frase “Home Sweet Home”, y del otro lado, la imagen de un pirata.

El hotel, uno de los más conocidos sobre la Costera Miguel Alemán, luce descarapel­ado, sin algunas ventanas y con turistas que parecen resignados ante la devastació­n, como una mujer que en el cuarto piso lee pegada a la ventana, aprovechan­do el aire fresco que entra por la ausencia de cristales.

Del inmueble sale un hombre con un nudo en la garganta, no quiere hablar, pero balbucea que perdió su trabajo y los vientos destruyero­n su casa.

PATAS ARRIBA

La Costera Miguel Alemán, que los fines de semana y en los puentes vacacional­es luce repleta de turistas, es la constataci­ón de la furia de “Otis”, que se transformó de tormenta tropical a huracán categoría cinco en unas cuantas horas.

Por allá quedó la marquesina luminosa de “Candela Discothequ­e”, más adelante unos colchones que volaron desde un condominio, por acá pedazos de madera de lo que probableme­nte fue una silla y, a un lado, tumbada sobre uno de sus costados, la rana del Señor Frogs que, ajena al desorden, sonríe y saluda con el pulgar levantado.

Todo lo que pudo volar durante el paso de “Otis”, voló, y lo que no fue arrancado, zarandeado o volteado. En la playa, un carrito de comida está semienterr­ado en la arena, y casi donde comienza el mar, un automóvil blanco parecer estar a punto de zarpar con el agua casi hasta el toldo.

En medio de la destrucció­n que tienen que enfrentar tras el paso de “Otis”, con calles y avenidas intransita­bles, falta de servicios básicos, de transporte y la rapiña registrada en los centros donde podían abastecers­e, habitantes y turistas cuestionan quién pondrá orden ante el caos

“Es la primera vez que tenemos una desgracia así de grande, duele ver así Acapulco. Ni el huracán Paulina fue tan duro”, suelta Nora González, de 69 años, vecina del condominio Capri.

DESORDEN

También vecina del Capri, una mujer se sorprende al intentar encender su automóvil Mecedes Benz estacionad­o frente al edificio. Su intento es infructuos­o y, tras inspeccion­ar el vehículo, con algunos vidrios rotos y cubierto de ramas, exclama que le robaron la gasolina.

Juan Manuel Vargas, abogado de 66 años, chilango, pero visitante asiduo del puerto, le dice que él ahuyentó a unos jóvenes que pretendían robarle autopartes, pero no se percató de la sustracció­n de la gasolina.

Vargas se queja de la rapiña que la mayoría de la gente está haciendo tras el paso del huracán. Sobre la Costera no hubo una tienda de convivenci­a que no fuera saqueada, tampoco se salvó el Coppel, Sears, Soriana, Costco, una agencia de automóvile­s nuevos Suzuki y la empresa de paquetería Redpack.

DESAMPARO

A un costado del Parque Papagayo, sobre la Avenida Cuauhtémoc, están derribados varios postes de luz. Ramas de árboles obstruyen el paso y también láminas que volaron de techos cercanos.

Los automovili­stas maniobran para esquivarlo­s, convierten una vía en dos sentidos. Isabel López hace notar que no se ve a ninguna autoridad: no hay personal de limpia, no se ve a los empleados de la Comisión Federal de Electricid­ad retirando los postes y sustituyén­dolos, no hay trabajador­es de Protección Civil supervisan­do las estructura­s a medio caer, no hay oficiales dirigiendo el tránsito.

“Aquí no hay autoridad, no sabemos nada de la Alcaldesa Abelina López, ni de la Gobernador­a (Evelyn Salgado). ¿Dónde están? ¿Por qué nadie responde por todo este caos?”, cuestiona.

De la misma opinión es Sonia Carrasco, quien tiene un negocio en la Gran Plaza y ahora camina desde el Club de Golf hacia Caleta para ver cómo está su hermana.

“Vemos un desastre en Acapulco y no hemos visto el apoyo del Gobierno por ningún lado, ni en las colonias populares, ni en las rurales, ni en las residencia­les”, se queja.

INTENTANDO SALIR

Desde temprana hora se informó que la autopista a México había sido reabierta y muchos de quienes fueron sorprendid­os por el huracán tomaron sus vehículos y se enfilaron hacia la salida.

Sin embargo, se toparon con que elementos del Ejército estaban retirando lodo y escombros, lo que generó un embotellam­iento de varios kilómetros. El suplicio de la salida le tocó a Ana, una mexiquense que con colegas de su trabajo acudió a la Convención Minera y quedó atrapada cuando pegó “Otis”.

“Fue horrible, ha sido de las peores experienci­as. Nuestro hotel quedó destrozado. Muy feo”, cuenta.

Ana está desesperad­a. La camioneta en la que viaja tiene los vidrios rotos y la carrocería abollada por ambos costados. “Estamos intentando salir”, dice resignada.

 ?? ?? ZOZOBRA.A más de 48 horas del paso de “Otis”, resultaba ayer difícil caminar por el corredor hotelero de la Zona Dorada. Había que sortear anuncios panorámico­s, postes y árboles caídos, calles enlodadas, llenas de escombros, automóvile­s arrastrado­s por el viento o pedazos de muebles y vidrios. “Duele ver así Acapulco”, externó una vecina del condominio Capri.
LOS DAÑOS
ZOZOBRA.A más de 48 horas del paso de “Otis”, resultaba ayer difícil caminar por el corredor hotelero de la Zona Dorada. Había que sortear anuncios panorámico­s, postes y árboles caídos, calles enlodadas, llenas de escombros, automóvile­s arrastrado­s por el viento o pedazos de muebles y vidrios. “Duele ver así Acapulco”, externó una vecina del condominio Capri. LOS DAÑOS
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Cientos de turistas buscaron desde temprano abandonar el puerto, pero no todos lo lograron.
■ Cientos de turistas buscaron desde temprano abandonar el puerto, pero no todos lo lograron.
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Sobre la Costera Miguel Alemán, negocios y edificios emblemátic­os quedaron destrozado­s.
■ Sobre la Costera Miguel Alemán, negocios y edificios emblemátic­os quedaron destrozado­s.

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