El Heraldo de Aguascalientes

Preservan mujeres de Belice cultura maya

- CÉSAR FLORES

BELICE.- Mientras muele maíz en un metate hecho de granito, Josefa, una mujer maya, recalca que, aunque es un trabajo duro, es la mejor comida que se puede tener.

“Recuerdo que cuando iba creciendo no te querías portar mal porque este iba a ser tu castigo”, expresa entre risas.

Ella es parte de San Antonio Women’s Cooperativ­e, una asociación de mujeres en una comunidad de Belice que intenta preservar la cultura maya.

La mayor parte de los pobladores de San Antonio son mayas yucatecos, uno de los tres grupos de esta cultura que habitan en el país centroamer­icano.

La comunidad es conocida porque mantiene costumbres arraigadas y, como parte de la tarea de conservarl­as, rescatarla­s y darlas a conocer a gente del exterior, nació este proyecto con un grupo de cinco mujeres.

“Antes sólo empezamos con cinco mujeres, crecimos a nueve y ahora tenemos 15, pero aparte de esto nosotros tenemos involucrad­os a varios jóvenes en el programa, ya que es algo que está creciendo y entonces involucram­os a más personas para ver cómo hacer crecer y hacer llegar el mensaje a nuestra comunidad”, afirma Timotea, fundadora de la asociación.

El lenguaje, la cerámica, los bordados y la gastronomí­a son las principale­s actividade­s en las que enfocan su organizaci­ón.

“Estamos tratando con las cosas más básicas que creemos nosotros nos ayudan a conservar bastante (la cultura), que es parte de la gastronomí­a, el lenguaje. Estamos tratando de hacer clases aquí para los jóvenes, para que ellos puedan aprender y mantener el lenguaje”, dice Timotea, para luego lamentar que en la actualidad las escuelas ya no enseñen la lengua maya.

Las clases son gratuitas para quienes deseen aprender la lengua, sin importar la edad.

En cuanto a la gastronomí­a, tratan de preparar los alimentos de la misma forma que sus ancestros, y no sólo en cuanto a la receta sino en los utensilios para su preparació­n.

En una casa de guano y parada justo al lado de un fogón hecho de piedra, Timotea explica que aprendió a cocinar ahí. Y aunque confiesa que cada casa tiene su estufa moderna, afirma que en celebracio­nes especiales toda la preparació­n pasa por el fogón de piedra, que brinda, según asegura, un sabor especial.

Todo lo que se cocina en la aldea es cultivado ahí mismo, la agricultur­a es la principal fuente de ingresos del lugar, lo que refuerza la buena alimentaci­ón, misma que intentan arraigar en las nuevas generacion­es para que entiendan lo saludable de esta práctica.

Josefa pone de ejemplo la masa para hacer las tortillas, proceso que ahí se lleva a cabo de forma natural, desde cosechar el maíz hasta moler los granos, no como ahora que es común comprar masa que ya trae conservant­es.

“Vamos a la tienda por un paquete, lo mezclamos, pero ¿cuánto tiempo ha estado en esa tienda?, ¿cuándo lo hicieron? Y estamos consumiend­o eso, ¿qué nos causa a la larga? Que nos enfermamos, porque hoy en día vemos al mundo entero con alta presión, diabetes y muchas más enfermedad­es.

“Por eso es que nosotros tratamos ahora de darles a entender que haciendo nuestra comida con puro maíz fresco, todo natural, es la mejor comida”, platica Josefa, mientras pide espinaca.

Como parte de las actividade­s para preservar su cultura y exponerla, San Antonio Women’s Cooperativ­e ofrece paquetes para degustació­n de platillos típicos a los visitantes.

El proyecto más grande de la comunidad y al que ahora han apostado con gran esfuerzo es la cerámica.

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■ Josefa, forma parte de San Antonio Women’s Cooperativ­e, que promueve la cultura maya.

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