Recetas para que vuelva a ganar el PRI
La semana pasada leí algunas recetas para que vuelva a ganar el PRI. Unas las escribe uno de esos columnistas afines al gobierno y su partido, que aparecen destacados en los medios para ensalzar lo que el gobierno hace y desacreditar las opiniones críticas de los opositores. Las otras las aporta un columnista más crítico, más apegado a la realidad.
El primer columnista se refiere a la mala situación en que se encuentra el partido oficial y al rezago de su candidato respecto a sus opositores. Luego examina las causas de su impopularidad y esboza lo que pudiera hacer para recuperar el apoyo de un electorado que ahora lo repudia.
El columnista habla de lo que el PRI fue y representó en el pasado, un partido, según él, cercano a la gente, a la que organizó en sectores y se esmeró en compartirles algunos beneficios. También refiere que en un momento dado de su historia el PRI perdió su identidad y se alejó del sentir de la sociedad, dejó de ser lo que era, razón por la cual hoy se le aborrece. Para colmo de sus males, ahora el PRI tiene un candidato a la presidencia que no es priista. La oportunidad para el PRI sería que volviera a ser lo que fue y que tenga un reencuentro que resulte creíble con la sociedad. En otras palabras, lo que el columnista propone, es el mito del regreso del PRI al paraíso perdido.
El otro columnista propone un decálogo de recetas para que el PRI vuelva a ganar la presidencia, al estilo de los que ha presentado Peña Nieto en determinados momentos.
Que la economía crezca. Cosa por demás difícil, sobre todo si vemos la situación imperante y los pronósticos de los que saben de eso.
Que Donald Trump no se salga del TLCAN, para lo cual habría que hallar a alguien que convenza al energúmeno de lo contrario a lo que él cree.
Que la Secretaría de Hacienda siga haciendo de las suyas, es decir, dando trato discrecional al uso de los recursos públicos, amplios para los gobernadores del PRI, limitados para los de oposición.
Que el crimen organizado haga una pausa en sus actividades. ¿Alguien puede lograr que cese el flujo de la droga, que disminuyan las extorsiones y los crímenes diarios, el lavado de dinero, los asaltos en despoblado y en donde sea?
Que los casos Odebrecht, OHL y la Estafa Maestra sean borrados de la memoria colectiva. El caso es que Raúl Cervantes, antes de dejar su cargo como procurador general de la república, dijo que dejaba la investigación concluida y el ahora encargado del despacho no ha detenido a ninguno de los supuestos delincuentes.
Que no haya nuevos escándalos. Por lo pronto, los Duarte (Javier y César) no han hablado de su repartidera de dinero. No sabemos tampoco quiénes se han visto favorecidos con la importación de gasolina y sus precios desaforados.
Que el PRI vuelva a actuar como en el Edomex, utilizando todos los recursos públicos en favor del candidato oficial. Ya Meade mencionó la posibilidad de un triunfo parecido.
Que crezca el carisma de Meade. Por lo que se sabe, hoy no acaba de convencer ni siquiera al interior de los partidos que lo postulan.
Que Meade gane los tres debates que se tienen contemplados. Habría que ver cómo prueba su honestidad, a sabiendas de que ha sido tapadera de las corruptelas del régimen.
Que Meade y Peña Nieto destierren el enorme enojo social. ¿Podrán cambiar de buenas a primera, como en un acto de magia, la percepción que la gente tiene sobre la actuación del actual gobierno y su partido?