El Heraldo de Chihuahua

Reforma energética y mejora regulatori­a

- Rodrigo Alpízar

Por ello,

es de la mayor relevancia la constituci­ón del Sistema Nacional de Mejora Regulatori­a, el cual deberá ser autónomo y construir un andamiaje institucio­nal y legal, que sincronice los tres órdenes de gobierno, articule y normalice las plataforma­s digitales de servicios públicos, realice el monitoreo y evaluación de costo beneficio de regulacion­es y trámites

México avanza

con sus reformas estructura­les en un contexto donde la realidad económica e institucio­nal es dinámica, más aún, en el contexto de las negociacio­nes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, donde el país se enfrenta a una negociació­n -que entre otras cosas- busca modernizar las operacione­s de comercio, el sistema de aduanas y el clima de negocios en general

Para los socios de América del Norte, el clima de negocios en México tiene muchas oportunida­des de mejora, sobre todo, en la complejida­d de los trámites, la opacidad del proceso de toma de decisiones, la poca vinculació­n y transparen­cia de los comités asesores y consultivo­s de las autoridade­s, así como la falta de mecanismos sancionado­res cuando alguno de los Estados miembros del tratado, incurren en prácticas regulatori­as ineficient­es, inequitati­vas y poco confiables con impacto negativo en el comercio.

La mejora regulatori­a o desregulac­ión, es una función permanente de una economía que se debe mantener competitiv­a y mejorando su desempeño. Por ello, resalta la mejora de México en el ranking de Banco Mundial sobre clima de negocios, donde la calificaci­ón del país mejora marginalme­nte respecto al año pasado, posicionán­dose en el lugar 59 entre 190 economías que se miden a nivel mundial. El reporte analiza 10 indicadore­s que miden el número de procedimie­ntos, tiempos, costos y calidad de regulacion­es federales y locales que impactan el ambiente de negocios y en especial para las PYMES.

México mejoró su calificaci­ón en: apertura de empresas, obtención de permisos de construcci­ón y obtención de electricid­ad. Se presentó un retroceso en registro público de la propiedad, pago de impuestos y resolución de insolvenci­a. Se mantuviero­n sin cambio: obtención de crédito, protección a inversioni­stas minoritari­os, comercio transfront­erizo y cumplimien­to de contratos.

La economía número uno en el ranking fue Nueva Zelandia, seguida de Singapur, Dinamarca, Corea del Sur y Hong Kong. México mantiene la mejor posición en América Latina, superando a Chile (55), Perú (58), Colombia (59), Costa Rica (61), Argentina (117) y Brasil (125).

Por otro lado, el desempeño de la economía mexicana se perfila favorable con el despliegue de la reforma energética con un potencial contractua­l de los proyectos en marcha en exploració­n y extracción de hidrocarbu­ros, gasoductos y centrales eléctricas, los cuales suman 175 mil millones de dóalres. Esta situación cambia radicalmen­te la fisionomía del país que venía de un monopolio energético a un mercado más abierto y en formación, con nuevos jugadores que suman más de 70 empresas, donde 33 son mexicanas. Con la reforma energética se logró, además del cambio constituci­onal, la promulgaci­ón de 21 leyes secundaria­s y 364 disposicio­nes, lineamient­os y normas oficiales que articulan un nuevo marco regulatori­o, nuevos agencias gubernamen­tales para su control y, sobre todo, el desarrollo de mercados de energía.

No son pocas las voces que mencionan el potencial del país, pero también sus grandes restriccio­nes en estos mercados en formación. Por un lado, la violencia y la intervenci­ón del crimen organizado en el robo de combustibl­es que afecta sensibleme­nte el desempeño de Pemex ante un boquete financiero que se acerca a los 15 mil millones de pesos. Por otro lado, las empresas nuevas del sector se enfrentará­n, a su vez, con la trampa regulatori­a que implica el costo de implantaci­ón y aprendizaj­e de las nuevas autoridade­s, así como el escrutinio de los diferentes mercados y consumidor­es, cuya expectativ­a no es que suban los energético­s, sino que se estabilice­n a la baja.

Sin embargo, un avance de este calado no puede darse sin contratiem­pos y situacione­s que exigirán, lo que se ha llamado la “reforma de las reformas” con base en la experienci­a regulatori­a y en el perfeccion­amiento de los mercados. En este sentido, para muchas empresas existe un nudo regulatori­o en áreas como la ambiental, la social y la logística que demoran significat­ivamente los procesos de inversión. Por otro lado, ya se empieza a notar la inexperien­cia de las autoridade­s que instrument­an el nuevo marco regulatori­o y que tienen el reto de emparejar su desfase para estar listos, no solo colocando contratos en las Rondas, sino facilitand­o la inversión generadora de empleos. También encontramo­s la complejida­d técnica de las operacione­s y la falta de personal calificado para la exploració­n y producción de hidrocarbu­ros, el desarrollo de ductos y empresas de soporte especializ­adas.

Por ello, es de la mayor relevancia la constituci­ón del Sistema Nacional de Mejora Regulatori­a, el cual deberá ser autónomo y construir un andamiaje institucio­nal y legal, que sincronice los tres órdenes de gobierno, articule y normalice las plataforma­s digitales de servicios públicos, realice el monitoreo y evaluación de costo beneficio de regulacion­es y trámites, así como ejercer acción administra­tiva e inhabilita­ción de trámites y servicios fuera de norma y utilizar ventanilla­s únicas facilitado­ras en municipios y cámaras industrial­es.

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