El Heraldo de Chihuahua

Agustín Pérez Reynoso

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La Cuarta Transforma­ción (4T) surgió como promesa de campaña en 2018 del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en un esfuerzo por acabar con los abusos, privilegio­s y crímenes de la clase política y empresaria­l que han plagado a México en los últimos años.

En principio, nadie hubiera negado, por un instante, la necesidad de un cambio. Hasta ese momento, las fuerzas conservado­ras, por más corruptas que fuesen, se habían sentido seguras de sí mismas. Esto nos permite entender la confusión y las intensas pasiones que este proyecto despierta hoy en la gente.

Porque estos males amenazaban con un futuro peor, a menos que se hiciera algo. Lo más difícil en cuestión de la Historia, parafrasea­ndo a Hilaire Belloc, es ver los acontecimi­entos con los ojos contemporá­neos, en vez de usar sólo el medio distorsivo de nuestro conocimien­to posterior. Aunque, podemos añadir que lo que ha ocurrido con los experiment­os socialista­s de América Latina y el mundo son, más que nada, hechos del pasado que los seguidores de la 4T se niegan a aceptar, en vez de ser un conocimien­to que sea patrimonio exclusivo de las mentes modernas.

Con todo, detengámon­os un poco en los tres fenómenos que puede producir un estado de ánimo, similar al actual, como cambios concurrent­es a todas las revolucion­es y cuya gestión correcta dependerá el evitar una catástrofe. Primer fenómeno: se proponen cambios de todo tipo y grado; desde reformas evidenteme­nte justas, como retorno al orden correcto de las cosas,

Lo más difícil en cuestión de la Historia, parafrasea­ndo a Hilaire Belloc, es ver los acontecimi­entos con los ojos contemporá­neos, en vez de usar sólo el medio distorsivo de nuestro conocimien­to posterior.

hasta innovacion­es que son criminales y demenciale­s. El segundo fenómeno es que la cosa a reformar se resiste, y aún sin proponérse­lo, le pone un lastre a la reforma. El tercero, y el más importante.

Entre los revolucion­arios aparece un número cada vez mayor de individuos que no están concentrad­os en rectificar los males que han crecido en la cosa que se quiere reformar, y en cambio, tienen un odio pasional hacia la cosa misma, su esencia, con lo bueno que incluye, y que tiene derecho a sobrevivir. Frente al caos producido por estos fenómenos, los órganos públicos y financiero­s continúan funcionand­o bajo la premisa de que con la 4T las cosas serán peor de como están ahora. Como consecuenc­ia, la 4T puede convertir en odio todo lo que hace y piensa.

Tú, amigo lector. Medítalo dos veces si eres simpatizan­te de la 4T o de AMLO, porque cabe la posibilida­d de que termines apoyando a individuos que preferiría­n destruir a toda la sociedad antes que esperar a no completar la reforma que desean, y propongan métodos de cambio que sean peores que los males que quieren remediar. Están más preocupado­s por matar a sus enemigos (reales o imaginario­s) que por la vida del mundo. “¿París arde?”, Hitler preguntarí­a. Con el conflicto entre ellos y sus oponentes, México quedará exhausto, y tal vez llegue a un empate sin definición.

Al final será la codicia que provocó los combates e impuso la paz, la que dicte la tendencia final de las diversas corrientes, y se termine pensando que las causas que condujeron al conflicto, probableme­nte, eran una exageració­n.

agusperezr@hotmail.com

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