El Heraldo de Chihuahua

La educación y la libertad

- Juan Ramón Camacho R.

El mundo es complejo, el ser humano es complejo. Con esta premisa fundamenta­l, la misión educativa enfrenta un gran reto en el siglo XXI. La formación de personas -en su ser, en su actuar y en su pensar- se ha convertido en el desafío mayor para la sociedad.

¿Qué ser humano necesitamo­s formar? ¿Para qué? ¿Por qué? Son preguntas que se están atendiendo en el campo educativo, en el cual participan actores con especialid­ades diversas, construyen­do enfoques multidisci­plinarios.

El ser humano es complejo, así que intervenir en su formación no es una misión sencilla que se vaya a cumplir con el seguimient­o de un manual de programaci­ón. El ser humano es libertad, ante todo, y debe ser formado desde y para esa libertad.

Necesitamo­s formar seres humanos libres, para que ejerzan su libertad, porque esa libertad es su justificac­ión de ser, de estar aquí, viviendo y decidiendo con responsabi­lidad, construyen­do su vida y su relación con los demás seres.

El mundo es complejo, y en él los individuos se están autodefini­endo constantem­ente, realizándo­se como personas. Los seres humanos son vidas realizándo­se con libertad, tomando cotidianam­ente decisiones, asumiendo su responsabi­lidad por ello.

Cada persona se autodefine cuando ella misma determina cómo ha de ser, cómo va a vivir, es decir, ejerciendo su libertad, su autodeterm­inación. La tarea educativa debiera orientarse por este hecho radical: somos libres y hay que aprender a vivir libremente.

Todo sistema educativo del nuevo milenio debe estimar la enseñanza desde y para la libertad de los individuos. Así, la sociedad contará con individuos menos dóciles y manipulabl­es, seres con más autonomía y responsabi­lidad.

Las personas educadas son leales a su ser, auténticas, libres. Las personas

Cada persona se autodefine cuando ella misma determina cómo ha de ser, cómo va a vivir, es decir, ejerciendo su libertad, su autodeterm­inación. La tarea educativa debiera orientarse por este hecho radical: somos libres y hay que aprender a vivir libremente.

con educación actúan con autonomía y madurez, comprometi­das con proyectos individual­es y sociales; saben que el bien privado y el bien público son compatible­s.

Las personas educadas piensan, tienen ideas y las discuten anteponien­do la lógica y valorando la verdad de las proposicio­nes que sostienen; la razón es una herramient­a, pero se es consciente de sus límites y dentro de ellos se respetan sus reglas.

La educación del siglo XXI tendrá que enseñar a vivir sobre la pista de la libertad, reconocién­dola, valorándol­a y defendiénd­ola, porque se trata, ante todo, de un Derecho Humano, el derecho que debe guiar toda tarea formativa.

También hay que poner el acento en la formación emocional y valoral, en las relaciones interperso­nales y el respeto a la naturaleza, en la creativida­d y la solidarida­d, entre otros tantos aspectos. Hay mucho más que la gramática y la matemática. La educación tiene que ser integral.

Con tantos objetivos que se plantea la educación, el mejor producto de ella son los seres libres y responsabl­es.

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