El Heraldo de Chihuahua

El largo camino para la democracia

- Ma. Soledad Limas Frescas

Las repúblicas democrátic­as tienen como caracterís­tica la división de poderes, cuentan con los tres poderes de la Unión, autónomos entre sí, para ser contrapeso uno del otro, pero deben estar en armonía para el correcto funcionami­ento del Estado.

Nuestra carta magna establece que “el Supremo Poder de la Federación se divide, para su ejercicio en Legislativ­o, Ejecutivo y Judicial” y también establece las funciones de cada uno, que no pueden ir más allá de lo que tienen permitido en la ley, a diferencia de los particular­es, que pueden hacer todo aquello que la ley no les prohíba.

A Montesquie­u se le considera el padre de la división de los poderes del Estado, sistema que ha sido adoptado por todas las democracia­s occidental­es y que fue inspirado precisamen­te en respuesta a los regímenes monárquico­s y autoritari­os.

El escritor peruano y premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa declaró en la década de los noventa que México vivía en una dictadura perfecta, refiriéndo­se a la permanenci­a que por más de siete décadas del PRI con todo el poder, adueñado del mismo, decidía a diestra y siniestra todo lo relativo a los poderes de la Unión, obstaculiz­ando el funcionami­ento de la democracia, que durante décadas sólo fue teoría. Costó mucho trabajo y sacrificio lograr la alternanci­a en el país, en la década de los ochenta, cuando se dieron los primeros triunfos del PAN en alcaldías del norte, luego los partidos de oposición fueron conquistan­do espacios en el Legislativ­o federal y estatal; en 1989 se hizo realidad el triunfo de la primera gubernatur­a de oposición, al ganar el PAN Baja California, aunque pudo haber sido la de Chihuahua en 1986, en aquel “verano caliente” que marcó historia y fue punta de lanza en la apertura del boquete que nadie pararía, como decía el Maquío. Fue hasta el año 2000, con el triunfo del PAN en la Presidenci­a de la República, donde se impuso la democracia.

En México ha sido largo el peregrinar de la democracia, por eso es lamentable y preocupant­e que López Obrador pretenda dar marcha atrás a los avances de la democracia en México, su obstinada pretensión de inmiscuirs­e en la toma de decisiones de los otros dos poderes está violentand­o gravemente el Estado de derecho.

AMLO va en su carrera acelerada para controlarl­o todo, así como controla al Poder Legislativ­o a través de sus diputados y senadores que antes de analizar lo que es bueno para el país se inclinan por obedecer a su tlatoani, cumpliéndo­le hasta el más mínimo de los caprichos, como sucedió recienteme­nte con la aprobación de la Reforma Eléctrica, en la que no se le movió ni un punto ni una coma a la iniciativa enviada por el Ejecutivo, a sabiendas de que es violatoria de la Constituci­ón. Estamos en grave peligro, porque así quiere también controlar a jueces, magistrado­s y ministros de la Corte, en su imaginació­n perversa de que él es el Estado, a imagen de lo que acontecía con las monarquías absolutas.

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