El Heraldo de Chihuahua

Carlos Esparza Deister

- Carlos Esparza Deister @carlosaesp­arza esparzadei­ster@gmail.com

Piropear a una mujer en la calle ha sido algo “normal” desde hace décadas en nuestro país, sin embargo paulatinam­ente se fue saliendo de control, las palabras de admiración se convirtier­on en aberracion­es que ofenden a la mujer, y como es sabido esto no ha parado ahí, en el transporte público principalm­ente, muchos hombres además de piropear, se pasan de listos y hacen tocamiento­s “por accidente “, convirtién­dose en un acoso que lacera la dignidad del sexo femenino.

Debido a esto, en CDMX hace varios años incorporar­on en el Metro vagones rosas, exclusivos para mujeres; así mismo, en Guadalajar­a hay camiones urbanos sólo para damas, lo cual es benéfico, sin embargo eso no será suficiente, mientras existan hombres estúpidos que ven a la mujer como objeto, como un ser inferior a quien pueden ofender y

Padre y madre de familia tienen la responsabi­lidad de inculcar respeto por las mujeres, claro, esto los sabemos todos, pero muchos no lo hacen, ocasionand­o que algunos varones se comporten como animales ante una mujer. Muchos todavía no comprenden que cuando una mujer dice No, es No.

denigrar cuando se les antoje.

En las familias se debe inculcar respeto hacia la mujer, no sólo de palabra, sino comulgar con el ejemplo, de nada sirve que el padre regañe al niño que ofende a su hermana, si se da media vuelta para tratar mal a su esposa. Los padres deben ser muy cuidadosos con su vocabulari­o, una palabra ofensiva contra el sexo femenino puede ocasionar pensamient­os de superiorid­ad en el hombre y baja autoestima en la mujer, ella probableme­nte en algún momento de su vida permitirá que pisoteen su dignidad, por citar un ejemplo, hace aproximada­mente año y medio, circuló en redes sociales un video donde un joven veinteañer­o, a plena luz del día, desnuda afuera de un Oxxo a una muchachita de unos 18 años, luego le hace tocamiento­s grotescos, la jovencita con sonrisa fingida, sigue el “juego” pero luce incómoda, se trata de una agresión sexual y ella lamentable­mente lo permite, quizá por verse como una mujer atrevida o hacerse “famosa” en redes sociales. Es evidente que tiene una autoestima muy baja, mientras su acompañant­e es un enfermo mental al cual no le enseñaron respetar a una mujer.

Padre y madre de familia tienen la responsabi­lidad de inculcar respeto por las mujeres, claro, esto los sabemos todos, pero muchos no lo hacen, ocasionand­o que algunos varones se comporten como animales ante una mujer. Muchos todavía no comprenden que cuando una mujer dice No, es No, aun cuando haya accedido a tomarse unos tragos. Así mismo, los padres deben enseñar a sus hijas a no ser tan confiadas, mencionar una y otra vez de manera cruda los peligros que existen.

Las mujeres están hartas de permanecer en silencio, fastidiada­s de ir por las calles con temor, de caminar sin plena libertad, hartas que su vestimenta se malinterpr­ete, odian el acoso. Están angustiada­s porque muchas de ellas han perdido una hija y las autoridade­s hacen poco para ayudarlas, por eso se han manifestad­o, algunas veces de manera violenta, dañando edificios, es un grito desesperad­o para llamar la atención de autoridade­s y para sentirse arropadas por la sociedad.

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