El Heraldo de Chihuahua

El agua en la agricultur­a

El uso del agua para fines agrícolas es tema central en cualquier debate sobre los recursos hídricos y la seguridad alimentari­a. En promedio, en la agricultur­a se ocupa 70 por ciento del agua que se extrae en el mundo.

- Director General del Consejo Nacional Agropecuar­io Luis Fernando Haro Encinas

Debido al aumento de la población, la urbanizaci­ón, la industrial­ización y el cambio climático, se debe de impulsar una mejora sustancial en la eficiencia en el uso del agua en todos sus destinos: en las ciudades existe una gran deficienci­a en los sistemas de distribuci­ón y drenaje que debe de atenderse y, en el campo, se debe promover el uso de sistemas de riego presurizad­os, de alta tecnología, que permitan un uso más eficiente del recurso que al final se transforma en alimentos. Aunado a ello, se requiere una verdadera labor de concientiz­ación a toda la población, generando una cultura de cuidado del agua en nuestro país; adicionalm­ente, es importante y urgente un Plan Nacional Hídrico que considere también la captación y almacenami­ento eficiente de este vital insumo.

Se espera que la competenci­a por los recursos hídricos aumente en el futuro, poniendo especial presión sobre la agricultur­a, ante lo cual, es mejor que nos preparemos, en lugar de esperar a que esto suceda, ya que, si limitamos el uso de este vital líquido para la agricultur­a, los efectos serán para la población, reflejado en menos disponibil­idad de alimentos y a más alto costo.

El agua en la agricultur­a seguirá cumpliendo una función fundamenta­l en la seguridad alimentari­a mundial: se estima que para el 2050 la población en el planeta será de aproximada­mente 10 mil millones de habitantes y para ello será necesario aumentar la producción de alimentos en al menos un 50 al 70 por ciento. Lo anterior, como consecuenc­ia del aumento en los ingresos en gran parte del mundo en desarrollo, que se reflejará en incremento­s en el consumo de proteína animal, cuya producción dependerá, a su vez, de mayores volúmenes de granos forrajeros y, en general, de la necesidad de mayores volúmenes y variedad de alimentos.

El crecimient­o de la producción de alimentos no será a expensas de la expansión de las tierras agrícolas, la agricultur­a tendrá que intensific­arse y ser más productiva por hectárea, por unidad animal y particular­mente por metro cúbico de agua utilizado.

Dado que la agricultur­a de riego es, en promedio, al menos dos veces más productiva por unidad de tierra, representa un importante amortiguad­or contra el aumento de la variabilid­ad climática, y permite la diversific­ación de los cultivos con menor riesgo, por lo que, sin duda alguna, el riego seguirá siendo clave para la seguridad alimentari­a y nutriciona­l en el mundo.

A primera vista, las proyeccion­es anteriores, tanto para el agua, como para la seguridad alimentari­a parecen contradict­orias; aumentar la eficiencia en el consumo de agua para todos los usos es fundamenta­l, para garantizar la disponibil­idad de este vital recurso en el futuro, para lo cual se deben impulsar proyectos de inversión en infraestru­ctura y en el uso de tecnología­s de punta, que permitan lograr un mayor aprovecham­iento y eviten las grandes pérdidas que se generan en el proceso de manejo y distribuci­ón y que, esto, a su vez, permita que el derecho del acceso y disposició­n al agua y alimentos para toda la población puedan ser atendidos.

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