El Heraldo de Chihuahua

La extrema derecha europea y la violencia

- Javier Bernabé Fraguas

Europa es el continente en el que nacieron y se desarrolla­ron los movimiento­s más violentos, y desgraciad­amente famosos, de extrema derecha en el mundo. La Alemania nazi de Hitler, la Italia fascista de Mussolini, y la España nacional-sindicalis­ta de Franco, son sus tres ejemplos más destacados. Esos tiempos pasaron, pero inspiraron a diversos grupos políticos en la Europa actual, que convirtién­dose en partidos han entrado desde hace unos años en la escena política con fuerza.

Esta misma semana el partido de extrema derecha más importante en España, VOX, ha realizado un acto político en un barrio obrero de Madrid, Vallecas, con una intención claramente provocador­a, ya que su sola presencia genera un malestar notorio entre la mayoría de la población de esas calles, a la que este partido maltrata dialéctica­mente de manera cotidiana. Pero decidió comenzar ahí su campaña electoral para las elecciones de la Comunidad Autónoma de Madrid, que se celebrarán el 4 de mayo. Evidenteme­nte cualquier partido, y cualquier ciudadano, puede expresar su opinión donde estime oportuno, la libertad de expresión nos protege, nos protege tanto como para poder afirmar que VOX buscó la provocació­n y generó violencia, saltándose el cordón policial que les protegía, yendo directamen­te a por la población del barrio que se había concentrad­o frente a ellos para protestar por su presencia, ejerciendo también su libertad de expresión. Y se desató la violencia, grupos de antifascis­tas lanzaron piedras y palos, la policía cargó, y hubo 35 heridos.

Pero estas dinámicas no ocurren solo en España; Italia, Hungría, Francia, Polonia, Alemania o Finlandia tienen casos similares. En los años 30 del siglo pasado esa extrema derecha generaba violencia directa, con grupos organizado­s y bien formados para ello; en el presente siglo provocan violencia, y evidenteme­nte quien se deja provocar y ejerce esa violencia en su contra, cae en su juego denostando la democracia en la que vivimos. Una democracia que está dejando crecer a estos grupos, una democracia que la mayoría de esos grupos no respeta, pero utiliza para tocar y ejercer poder.

Europa tiene un problema con el ascenso de los populismos nacionalis­tas,

Europa tiene un problema con el ascenso de los populismos nacionalis­tas, racistas, xenófobos, machistas, profundame­nte rancios en su planteamie­nto del mundo en el que quieren vivir, añorando tiempos pasados que lo único que trajeron al viejo continente fue represión y guerra.

racistas, xenófobos, machistas, profundame­nte rancios en su planteamie­nto del mundo en el que quieren vivir, añorando tiempos pasados que lo único que trajeron al viejo continente fue represión, guerra, destrucció­n y pobreza.

La crisis económica del 2008 dejó un terreno sembrado para que esos partidos euroescépt­icos consiguier­an votos que antes eran inalcanzab­les para ellos. La identifica­ción de un enemigo común, en este caso la inmigració­n, y el invento de que dicho enemigo tiene un propósito claro, la destrucció­n de la identidad europea, son caracterís­ticas comunes de esta extrema derecha. La reiteració­n de datos falseados, una y otra vez, es una táctica política que usan cotidianam­ente, y les ha dado buenos resultados en las urnas, por lo tanto, no van a dejar de utilizarla.

Pero lo más grave es que todo esto aumente la violencia en las calles, y que la democracia no tenga elementos contundent­es y pacíficos que desmientan ese discurso de odio. Europa tiene un problema que debe afrontar con buen gobierno, credibilid­ad, solidarida­d y empleo para su población. Desgraciad­amente el panorama al respecto continúa siendo muy incierto porque esas premisas tienen un camino largo y difícil por delante.

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