El Heraldo de Chihuahua

Raúl Sánchez Küchle

Del latín proverbium, término formado por “pro”, hacia adelante, y “verbum”, palabra, un proverbio es, en un sentido amplio, cualquier dicho o refrán popular. Sinónimos del mismo son máximas, adagios, sentencias, aforismos, refranes, entre otros.

- Raúl Sánchez Küchle

Un proverbio es como un compendio de instruccio­nes éticas y morales aplicadas a muchas situacione­s prácticas de la vida. Un proverbio bíblico es una frase aguda, breve, nacida espontánea­mente de la lógica de las cosas inherentes a la realidad. En el catolicism­o un proverbio es la frase que posee el instinto de educar o aconsejar.

En el Libro de los Proverbios, atribuido al rey Salomón, se lee: “Quien halló mujer, halló cosa buena, y alcanzó favor de Yahvéh”. Podemos traducirlo del siguiente modo: “Encontrar esposa es encontrar lo mejor: es recibir una muestra del favor de Dios” (n. 18,22).

Hay una sentencia latina que en español cabría expresar: “Mujeres buenas puede que sean pocas; pero la que es buena, es una preciosa corona”.

El marqués de Santillana, militar y poeta español (1398-1458), exponía: “Gran corona del varón es la mujer cuando quiere obedecer a la razón”.

El Eclesiásti­co (26,2) manifiesta: “Mujer varonil da contento a su marido, que acaba en paz la suma de sus días”.

En nuestro tiempo no son pocos quienes buscan encontrar una buena mujer –y también las mujeres un buen hombre- y difícilmen­te aciertan a dar con ella –o él-. Un gran problema es el sentido dado al matrimonio, en que prevalece el verlo como una relación que puede durar mientras exista una satisfacci­ón para ambas partes, en que el “para siempre” se desdibuja. Piensan algunos que esa relación fluye automática­mente con poco o nulo compromiso de su parte. El compromiso en la etapa del conocimien­to del otro, en el noviazgo, tiende a diluirse o se tiene miedo de hacerlo realidad. Otras veces, la búsqueda de la mujer o del hombre mira más a la atracción física que a las virtudes o cualidades que hacen “buena” a ella, o a él, o se busca una buena posición económica, profesiona­l o de otra índole. O bien hay otras intencione­s al margen de un verdadero amor.

El término esposo, del latín sponsus (forma femenina sponsa), se relaciona con el verbo spondere, prometer, y refiere no tanto a los que estás casados –como ahora-, sino a quienes están prometidos a casarse. Se supone que cuando hombre y mujer celebran su enlace se prometen el uno al otro con verdadero compromiso. Si este no existe o está disminuido puede derivar en fracaso o frustració­n.

Por ello todos aquellos que han –hemosencon­trado una esposa con cualidades de de toda una mujer u hombre en su sentido verdadero pueden –y deben con todo el corazón- dar gracias a Dios por ello. Han –hemos- recibido una muestra del favor de Dios.

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