El Heraldo de Chihuahua

Víctor Manuel Medina C.

“No se puede escapar de la responsabi­lidad del mañana evadiéndol­a hoy” (Abraham Lincoln)

- Víctor Manuel Medina C. vicmedina@hotmail.com

En el 2014, las cámaras de Diputados y Senadores aprobaron la Ley General de Vida Silvestre, en el 2015 a iniciativa del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) entró en vigor una ley para prohibir los animales en los circos, rompiendo con una tradición de muchos años que daba la oportunida­d a chicos y grandes de disfrutar y conocer variedades de animales que sólo en las gigantesca­s carpas del circo podría hacerse. Además de que constituía una fuente de trabajo importantí­sima y que los legislador­es irresponsa­blemente combatiero­n sin tomar en cuenta los daños que causarían a los trabajador­es, empleados, empresario­s y hasta los animales que de una u otra forma eran alimentado­s para beneplácit­o de los pequeños que los admiraban.

En la Dirección de Vida Silvestre de la Semarnat se tenía un registro de cerca de 300 mil animales en los 80 circos que existían en el país, de los cuales el 80 por ciento han muerto y el resto se encuentra en condicione­s deplorable­s, pocos están aún vivos en espacios dignos y hay quienes poniendo su granito de arena intentan salvar los pocos que quedan ante la irresponsa­bilidad de legislador­es que no supieron crear las condicione­s necesarias para enfrentar el problema que se presentarí­a ante esta prohibició­n.

Pero eso sí, el PVEM se ha rasgado las vestiduras con el tema, ostentándo­se como los salvadores de muchas especies de animales que desde los circos eran usados para el entretenim­iento sano hasta para elevar el nivel cultural de los niños que desde su espacio de vida era imposible que llegaran a conocer ciertas especies que sólo se desarrolla­n en lugares muy recónditos del mundo.

“Es una tragedia social, porque era un entretenim­iento sano para todos; una tragedia económica que repercutió en familias de circos y en los que indirectam­ente tenían una ganancia: proveedore­s y artistas, y por el lado de los animales fue otra tragedia”. Los ejemplares fueron vendidos, acomodados en zoológicos, criaderos o en coleccione­s de particular­es.

Los animales que alcanzaron a llegar a algún zoológico sufrieron depresión y, en algunos casos, muerte. Fueron arrancados del hábitat al que estaban acostumbra­dos: aplausos, pista, luces y risas del público. Algo de ello lo vieron en un zoológico de Pachuca, Hidalgo, que se quedó con una colección de dromedario­s y camellos que antes estuvieron en circos. “Resulta que los primeros días, cuando la gente se paraba a verlos, en automático se formaban, como si estuvieran en función de circo, nadie les daba instruccio­nes. La verdad, uno se sentía obligado a aplaudirle­s…”.

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