Contra la urgencia
En la encíclica Fratelli tutti, el papa Francisco habla de tres palabras, muy sencillas, que pueden cambiar nuestra historia personal y a la sociedad en su conjunto: "Permiso", "gracias" y "perdón". Son las tres palabras-guía de la amistad.
A la mayoría nos cuesta un trabajo enorme -sabrá Dios por qué- usarlas. Como que se nos atoran en la garganta. Pedir permiso, dar las gracias, pedir perdón nos liberan "de la crueldad que a veces penetra las relaciones humanas, de la ansiedad que no nos deja pensar en los demás, de la urgencia distraída que ignora que los otros también tienen derecho a ser felices" (224).
La clave de la amistad se encuentra en ese triduo que sólo la humildad considera esencial. Todos recordamos a una persona que nos iluminó el día con una sonrisa a tiempo, con un gesto de respeto pidiendo permiso para no molestarnos, con una petición de perdón por haber interrumpido alguna acción que estábamos llevando a cabo. Son gestos de una gratuidad enorme. Son gestos profundos del alma. Por ello remata el papa diciendo: "Este esfuerzo, vivido cada día, es capaz de crear esa convivencia sana que vence las incomprensiones y previene los conflictos".
¿Cuántas guerras grandes y pequeñas no pudieron haberse suspendido con un solo perdón; cuántos matrimonios rotos por no haberse pedido mutuamente, permiso; en fin, ¿cuántas lágrimas se habría ahorrado la humanidad si hubiera sabido agradecer el regalo de la vida? Eso es la amistad. Lo demás es mercadotecnia. (El observador de la actualidad)