Para María Elena Chapa
Hoy escribo sobre María Elena Chapa Hernández, a propósito de que su Alma Mater, la Universidad Autónoma de Nuevo León instaló la Cátedra de Derechos Humanos de las Mujeres que lleva su nombre. La contribución de las mujeres en la historia la debemos escribir para que no seamos borradas, particularmente de los hechos históricos en los que hemos participado e incidido.
María Elena es una feminista, aguerrida, libertaria, insurrecta e insumisa; no podía serlo de otra manera esta mujer rebelde y poderosa; a donde llega, irradia su gran personalidad. Propio de su carácter y perseverancia, no quitó el dedo del renglón para que en su tierra, se avanzara y concretara la paridad. Su encargo ante el Instituto de las Mujeres de Nuevo León fue de presidenta y lo ejerció con iniciativa, enjundia y responsabilidad. Quienes la conocemos sabemos que no fue una funcionaria disfuncional, o florero, tampoco fue acomodaticia. Fue la presidenta de una institución que impulsó con toda su autoridad, las políticas públicas a favor de los derechos de las mujeres de su tierra, después de haber asumido como legisladora en la Cámara de Diputados, en el Congreso local y en el Senado de la República. Su trabajo parlamentario se distinguió por una importante productividad legislativa. Siendo Diputada impulsó la perspectiva de género en el Presupuesto de Egresos de la Federación.
Conocí a la Chapa en una reunión del Programa Nacional de la Mujer, organismo que le antecedió al Instituto Nacional de las Mujeres. Años más tarde la vimos activa en aquella reunión nacional del PRI donde su partido estaba tomando decisiones en vísperas de una elección federal. Ella encabezó la insurrección de las priistas para que sus dirigentes las incorporasen en las candidaturas, literal les zapatearon en el gran presidium integrada por puros señores retándoles que si no aprobaban integrar a las mujeres, ya se los cobrarían cuando alguno de esos señores compitiera por alguna gubernatura etc. Por supuesto que lograron su cometido.
Como amiga es la mejor; generosa, noble, leal, divertida y desprendida. Es una maestra de la vida. Nada dejada, toda pelea la da en un contexto real: las mujeres somos discriminadas, nuestra inconformidad provoca reacciones y molestias, sin dudas ella contesta: no me van a domesticar. Así reta al patriarcado. Con mucho cariño para mi querida Chapita.
Defensora de derechos humanos