Eduardo Fernández P.
“En los años de mi gobierno me esmeré en unir más a los alemanes, luchar por la democracia, respetar a los disidentes, fortalecer la economía y la salud ante los riesgos de la pandemia”. A. Merkel (1954 - )
En un sensible adiós, Angela Merkel dejó el cargo de canciller de Alemania, que desde 2005 gobernó a 80 millones de sus compatriotas con aplomo, sabiduría y vasta capacidad que lejos de doblegarse ante la pandemia, constituyó una prueba de fuego de lo que está formada esta mujer. Fueron seis minutos que millones en todo ese país aplaudieron de pie al unísono. Muchos vitoreaban entonando con un nudo en la garganta el himno: Das Lied der Deutschen desde los balcones, oficinas, estaciones del metro, trenes, aeropuertos, restaurantes, fábricas, tiendas departamentales, etc. la despedían con honores pero más que todo en agradecimiento por haber dirigido exitosamente con mano dura las instituciones públicas del Deutsche regierung.
Invencible gladiadora que confrontó sin doblegarse ante infinidad de problemas llevando siempre propuestas a los distintos foros internacionales: la economía, el desarme y el calentamiento global que muchos jefes de Estado replicaron en sus países. Pero también en la titánica tarea de recibir a miles refugiados que huían de las atrocidades de la guerra en Siria.
En su privacidad demostró la sencillez de vivir en un modesto departamento donde solía decir que esperaba no molestar tanto a sus vecinos, por lo que tenía paredes gruesas que atenuaran los ruidos que producía su celular incluso a cualquier hora de la noche por su nutrida agenda de trabajo. Sin servidumbre, ella y su marido Joachim Sauer (profesor universitario de química) se distribuían la carga del hogar para prepararse alimentos, lavar trastos y ropa como asear la casa;
Hoy la economía de Alemania es la más sólida de Europa después de Noruega
mientras afuera una simple unidad policiaca de vigilancia únicamente de turno diurno, aunque monitoreada por cámaras desde la Cancillería.
Hoy la economía de Alemania es la más sólida de Europa después de Noruega, destacando su participación por lograr una posición conjunta en el equilibrio en ese continente en buena medida a sus titánicos esfuerzos, en una compleja danza diplomática de negociaciones al final de su gobierno sorteando la pandemia.
La diferencia con la conducta de Obrador es sencillamente abismal, desde los hábitos de vida dentro del exorbitante lujo del Palacio Nacional, blindado por la Guardia Nacional, hasta una selectiva servidumbre. Pese a que mucho puede aprender de Merkel, se ha empecinado a decir a los mexicanos que su estilo de gobernar: “Ya no es lo mismo de antes”. Pregonando que cualquiera con un solo par de zapatos y un cambio de ropa puede ser feliz. Fue tan insistente la frase de “primero los pobres”, que taladró la mente de millones de ellos, que ahora se agregan según Coneval 10 millones más a los 60 millones de pobres que antes había. Con todo ello ya no es impredecible saber hacia dónde muy pronto caminaremos descalzos los mexicanos ¿o creemos a ciegas que lo aplaudiremos en 2024?