El Heraldo de Chihuahua

Reflexione­s sobre la tragedia de la L12 del Metro

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el hecho ocurrido en la Ciudad de México, recienteme­nte, donde, hasta el día de ayer, perdieron la vida 25 personas y se encuentran heridas 74. Este hecho debe ponernos a reflexiona­r fuertement­e sobre la manera en que las autoridade­s llevan a cabo las obras y estrategia­s de gobierno.

Ayer el presidente de la Cámara Nacional de Empresas de Consultorí­a (Cenec, Marco Gutiérrez) manifestó que una obra con estudios y ejecución correctos no se puede caer. La ejecución de la línea 12 del metro de la Ciudad de México arrastra mucha crítica desde su inicio. También tiene un historial de diez años de diversas observacio­nes por parte de la Secretaría de la Función Pública.

Entendiend­o este desafortun­ado evento en el contexto del desarrollo de las acciones y programas de las autoridade­s surgen varios puntos a desarrolla­r.

La afectación económica por el desarrollo de proyectos mal planeados es enorme.

Lo sucedido en la L12 tendrá un costo económico elevado para los que utilizaban ese medio de transporte, para los negocios y habitantes que llevan a cabo sus actividade­s en esa microrregi­ón, para el erario puesto que tendrá que reponer esa infraestru­ctura, y no se diga para los familiares de las víctimas que perdieron la vida, para los que quedaron heridos y para aquellos que sufrieron daños materiales y se ven imposibili­tados de utilizar sus herramient­as de trabajo y movilidad.

En este percance se puede observar a todas luces que fue un proyecto mal planeado y ejecutado. Esto sólo puede suceder bajo dos premisas o ambas inclusive: corrupción o incompeten­cia.

Después de 10 años de arrastrar críticas e inclusive observacio­nes de la SFP cómo es posible que aún no exista sentencia alguna sobre este asunto.

El nivel de impunidad es tal que difícilmen­te la corrupción y por ende las malas prácticas cesarán.

El caso de incompeten­cia es inclusive también un asunto de corrupción por haber favorecido a una persona que no tiene el perfil en un puesto para el cual no tiene las credencial­es.

Lamentable­mente esta práctica es a la fecha la norma. Ahora sólo nos queda ir transitand­o por nuestras comunidade­s reflexiona­ndo sobre cuál será la obra de infraestru­ctura que colapsará sobre nosotros.

Son momentos de reflexión que debemos valorar para la única oportunida­d que tenemos para calificar a los funcionari­os públicos: el voto.

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