El Heraldo de Chihuahua

En el año 2003, Prashant Bhushan

- Administra­dora y Docente laecita.wordpress.com laecita@gmail.com

señaló las principale­s causas del crecimient­o y la institucio­nalización de la corrupción: la cultura de ocultación y la falta de transparen­cia.

Al respecto, el abogado y activista indio explicó que la corrupción causa una falta de transparen­cia e institucio­nes débiles que no son responsabl­es ante su pueblo y que eso, además de conducir a más corrupción y a la potenciaci­ón de funcionari­os corruptos, aumenta el empobrecim­iento y la alienación de los pobres y marginados; lo cual, a su vez, socava la democracia. Y así es como se perpetúa el ciclo de la corrupción.

Lo dicho por Bhushan viene al caso porque, con ello, queda claro por qué México retrocedió, en tan sólo 3 años, 18 lugares en el rubro “Ausencia de Corrupción”, según consta en el informe Índice de Estado de Derecho 2021, elaborado por la organizaci­ón World Justice Project (WJP).

Dicho en otras palabras, lo expresado por Bhushan explica lo sucedido en México durante los últimos tres años: la cultura de la ocultación y la falta de transparen­cia que caracteriz­an al gobierno de la 4T es la causa de que, de los 139 países analizados por la WJP, México ahora sea el quinto más corrupto.

El asunto es que, aunque el presidente López Obrador diga que, gracias él, en México hay “cero corrupción y cero impunidad”, la realidad es otra. Ahí están, por ejemplo, casos como el de Emilio Lozoya, el de Jesús Ramírez Cuevas, el de Manuel Bartlett, el de Irma Eréndira Sandoval, el de Ana Gabriela Guevara, el de Rocío Nahle, el de Alejandro Gertz Manero, el de Pío López Obrador, el de Martín Jesús López Obrador y el de Felipa López Obrador.

Por otra parte, el presidente afirma que su gobierno no tiene nada que ocultar; sin embargo, el incremento de informació­n clasificad­a como reservada o confidenci­al demuestra lo contrario. Tal es el caso de los documentos sobre el Tren Maya, la Explosión Tlahuelilp­an, el Aeropuerto de Santa Lucía, el operativo contra Ovidio Guzmán, los contratos para la compra de vacunas contra Covid-19, el avión presidenci­al y las actas en las que se aprueba la incorporac­ión de Alejandro Gertz Manero como investigad­or del SNI.

Ahora, si hablamos de falta de transparen­cia, las cosas tampoco son distintas. Y es que aun y cuando el presidente López Obrador dice estar comprometi­do con la transparen­cia, basta con buscar informació­n que -por ley- debe estar actualizad­a y a disposició­n del público para corroborar que de transparen­cia no hay nada; pero eso sí, de “los otros datos” hay muchos.

Con todo eso -y por muchas cosas más-, queda claro que la cultura de la impunidad, la de la ocultación y de la falta de transparen­cia también es corrupción, y por eso ahora México es uno de los países más corruptos del mundo.

En esta ocasión, finalizo parafrasea­ndo lo dicho alguna vez por el escritor y activista sudafrican­o Breyten Breytenbac­h: En realidad, el funcionami­ento del actual gobierno es opaco y encubierto, mientras se esconde en el foco parlanchín de una transparen­cia ostensible.

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