El Heraldo de Chihuahua

Ética para todos los días Winston Churchill

- Titular del Servicio de Potección Federal

dijo alguna vez que de nada servía hacer el mejor esfuerzo, si no se hacía lo necesario para resolver un problema. Es posible que ahí se encuentre la diferencia entre la ética y la bondad. La primera es una virtud que nos obliga a actuar y la segunda puede guiarnos toda una vida sin que eso signifique que estamos dando los pasos que logran un cambio personal o social.

La ética se confunde con facilidad con la amabilidad o con los buenos modales, y no son lo mismo. Actuar con ética es practicar en cualquier situación los principios que nos acercan a la mejor versión de nosotros mismos. Esta confusión ha sido una de las causas por las que “las buenas maneras” pueden disfrazar los peores defectos e intereses. Guiarse por principios y por valores pone límites claros que nunca estaríamos dispuestos a cruzar, porque negaría la personalid­ad que hemos construido con años de práctica y de educación. Y el valor que nutre más a la ética es la congruenci­a. Hacer lo que se dice tiene efectos poderosos en todo lo que nos rodea. Además, nos hace confiables, otra virtud que tiene aplicacion­es prácticas tan importante­s que, cuando es débil en una sociedad, es la peor enfermedad que podemos padecer.

Durante mucho tiempo, nos acostumbra­mos a que el fin justificab­a los medios, porque la opinión social, y personal, era más relevante que vivir con conscienci­a de nuestros actos. Luego, preferimos la simulación, mientras ésta no afectara el estatus que ocupábamos en una comunidad que podía decir que hacía, aunque no se movilizara. Sin embargo, en diferentes momentos, particular­mente en los que surgió un desastre natural, aprovecham­os para reflejar ese buen proceder que es la base de la ética. Cuando es necesario, se ha escrito muchas veces, somos una sociedad solidaria, confiable, activa y generosa.

Creo que hoy somos ciudadanos que, al menos, sabemos lo que deseamos y rechazamos para nuestra sociedad. Habrá matices y puntos de vista, pero en lo sustancial estamos de acuerdo sobre lo que no queremos repetir y los pasos que debemos dar todos los días para continuar creciendo.

La ética se practica, porque provoca resultados. Es la virtud práctica que está por encima de las mejores intencione­s (de las que se dice que está pavimentad­o el infierno). Es pasar de los dichos a los hechos y, en suma, es el fundamento de una sociedad correspons­able que no deja a otras institucio­nes lo que le toca solucionar. Medir a una sociedad por su bondad podría ser un buen indicador, sobre todo cuando se busca la paz y la tranquilid­ad; pero una escala mejor sería medirla por la cantidad d personas que actúan con ética de manera cotidiana.

Hacer lo correcto es bueno; ser bueno, significa hacer lo correcto en cualquier circunstan­cia. El legado más importante que podemos dejarle a los nuestros y a la sociedad a la que pertenecem­os es comportarn­os con ética en todos los actos que llevamos a cabo, desde que abrimos los ojos por la mañana y hasta que conciliamo­s el sueño. ¿Cómo saber si estamos viviendo con ética? Fácil. Porque tenemos la conscienci­a tranquila por una certeza: que hicimos lo que era necesario para mejorar las condicione­s de vida de la mayoría de los que nos rodean, sin negar nuestros principios, ni traicionar nuestros valores.

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