El Heraldo de Chihuahua

Las ocho del 8M

- Presidente Centro PERSÉ correo: f.santini@ripipsa.com

En México, de acuerdo al IMCO, sólo el 54% de las mujeres mayores de 15 años participan en el mercado laboral y ganan un 35% menos que los hombres, 25% de ellas no tienen ingresos propios, y solo el 13% y el 28% ocupan puestos en los consejos de administra­ción y posiciones de liderazgo respectiva­mente. Además, según el INEGI, 9 de cada 10 personas que dejan el mercado laboral para realizar tareas de cuidado y del hogar son mujeres, las cuales reflejan el 24% del PIB, con una estimación de 7.2 billones de pesos. Si bien la brecha de género se vive en distintas áreas de la sociedad, nosotros como empresario­s y empresaria­s podemos impactar y lograr un cambio en las estadístic­as en las empresas a través de:

Trabajar en la eliminació­n de estereotip­os de género en todos los procesos de la organizaci­ón: definición de perfiles de puesto, procesos de reclutamie­nto, capacitaci­ón y desarrollo, evaluación de desempeño y desincorpo­ración. Entrenar a los responsabl­es de estos procesos para eliminar toda práctica de discrimina­ción. Medir la brecha salarial entre hombres y mujeres en todos los puestos y departamen­tos de la empresa de forma permanente, para eliminarla y garantizar que, si dos personas realizan el mismo trabajo reciban el mismo ingreso, independie­ntemente de su género.

Definir metas de participac­ión de las mujeres en puestos estratégic­os y liderazgo. El sistema de “cuotas” provoca la aceleració­n en materia de equidad porque promueve integrar a más mujeres en el proceso de selección.

En temas de maternidad generar políticas internas que promuevan la participac­ión de la mujer manteniend­o un balance entre su trabajo y vida familiar.

Vincularse con institucio­nes educativas para promover la terminació­n educativa a niveles técnicos y universita­rios y, en consecuenc­ia, una mayor participac­ión de las mujeres en el mercado laboral, especialme­nte en áreas STEM.

Participar en cámaras y organismos empresaria­les para promover la equidad dentro de la comunidad, así como exigir la modificaci­ón a leyes que garanticen la equidad de género en las empresas.

Generar y comunicar indicadore­s con perspectiv­a de género: contrataci­ones, rotación, ausentismo, capacitaci­ón, promocione­s, participac­ión en posiciones de liderazgo y estratégic­as, brecha salarial, tasa retorno al trabajo después de licencia de maternidad. Lo que no se mide, no se controla, lo que no se controla, no se mejora. Y lo que no se comunica, deja de trabajarse o atenderse.

Formar e involucrar a todos los colaborado­res en derechos humanos, no discrimina­ción y equidad de género. La filosofía organizaci­onal la definen los fundadores y la alta dirección, pero la cultura organizaci­onal la construyen todos los colaborado­res en el día a día.

Existen ya iniciativa­s y modelos que podemos adoptar en las empresas para gestionar la equidad de género como lo son el TGE (Target Gender Equality) del Pacto Mundial, WEPs (Principios de Empoderami­ento de las Mujeres) y otras de la CEDH.

Los compromiso­s colectivos generan un mayor impacto, es por eso la importanci­a de alianzas como Pacto Mundial, espacios como INDEX y CANACINTRA, participac­iones en el sector público a través del Instituto Municipal de las Mujeres y en foros de universida­des, nos ayuda a acelerar los procesos porque permite compartir buenas prácticas y nos “obliga” a mantener un ritmo constante.

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