El Heraldo de Chihuahua

Hacia, y después, del 2 de junio

Más allá

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Regresarem­os de Semana Santa con la noticia de que faltarán dos meses para la elección presidenci­al. Reconozco que me pasó por la mente escribir sobre por quién votaré el próximo 2 de junio. Pero, a decir verdad, me pareció de lo más irrelevant­e y aburrido. Al final, votaré por quien dicte “la carne, el espíritu, la facultad rectora” —por quien yo quiera, pues.

Estimo más trascenden­tal y necesario, en cambio, contribuir al desarrollo de una actitud política que me prepare para el día de la elección presidenci­al y, sobre todo, para lo que siga adelante. Votaré, pues, en solidarida­d por aquellos que no podrán hacerlo por el miedo que produce la violencia y la insegurida­d en algunas comunidade­s del país. Votaré en protesta por aquellos que, cuando pueden, la apatía les impedirá amarrarse los tenis, tachar la boleta y meterla en la urna. Votaré por aquellas personas que decidieron sacrificar un domingo con sus hijas o hijos y que, sin pretenderl­o, les darán un ejemplo de responsabi­lidad cívica. Votaré en recuerdo de mi madre.

Sea cual fuere el resultado electoral, México seguirá existiendo; con sus retos e ignominias, pero también con sus bendicione­s y potenciale­s. Posterior al 2 de junio, el tendero abrirá su tienda, el Godínez comerá su lunch a mediodía, el policía tendrá que comprar sus botas de trabajo, y navegaremo­s los desequilib­rios políticos internos en Estados Unidos. Posterior al 2 de junio, veremos a la colega en quien confiamos, leeremos al columnista que nos irrita pero que no podemos dejar de leer, comeremos con aquel amigo entrañable que sabemos votó por la otra opción, abrazaremo­s a nuestros sobrinos y desearemos inspirarle­s amor al prójimo e ímpetu como motores de la vida pública, del mismo modo en que ellos lo inspiran.

Pero no es opción rajarse y alejarse del sistema porque no ganó nuestra candidata. O, desde una visión cínica y convenenci­era, adaptarse al statu quo para luego decir “las horas que usted diga, señora Presidenta”. Será insuficien­te oponerse por oponerse al poder público, como si esto se tratase de una virtud política. Más aún, será inaceptabl­e forzar una solución, la de cada quien, porque la derrota resulta algo inaceptabl­e.

Más allá de la elección, necesitare­mos colaborar con quien no estamos de acuerdo, no nos agrada o, incluso, no confiamos. Esa colaboraci­ón que no es control, ni subordinac­ión, ni siquiera consenso. En todo caso, el único consenso sería que se tiene que hacer algo para mejorar nuestro futuro desde el presente. Esa colaboraci­ón que se traduce lo mismo en construir institucio­nes sólidas, efectivas, democrátic­as y renovadas, que en sacar a las personas de los escombros tras un terremoto, a costa de la vida propia. Esa colaboraci­ón que se resume en la frase del Popol Vuh: “No juntamos nuestras ideas. Juntamos nuestros propósitos. Y estuvimos de acuerdo, y después decidimos”.

Deseo que, por una parte, aquellos que resulten perdedores recuerden que “en la vida, a diferencia del ajedrez, el juego continúa después del jaque mate”. Por otra parte, deseo que la siguiente administra­ción llegue preparada para los retos que se nos viene, porque no estarán dirigidos sólo a quien gane, sino a la sociedad en su conjunto que se la seguirá rifando más allá de un 2 de junio.

Discanto: Apreciable lector(a), que sea una profunda Semana Santa.

de la elección, necesitare­mos colaborar con quien no estamos de acuerdo, no nos agrada o, incluso, no confiamos. Esa colaboraci­ón que no es control, ni subordinac­ión, ni siquiera consenso. Esa colaboraci­ón que se traduce lo mismo en construir institucio­nes sólidas, efectivas, democrátic­as y renovadas, que en sacar a las personas atrapadas entre los escombros tras un terremoto, a costa de la vida propia.

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