Nuestra vida cotidiana
Pensando con mayor profundidad en este mundo en que vivimos, y en el cual sufrimos encierros, contagios, y decesos muy sentidos, seguramente nos preguntaremos si realmente este es el mundo al que hemos aspirado los seres humanos por generaciones. Un mundo en el que la violencia no se resuelve con la justicia, sino con más violencia.
Cada día gastamos más y, sin embargo, cada día tenemos menos. Cada vez hay más dinero en circulación, pero éste pertenece día con día a un número menor de personas. Tenemos casas más grandes, pero familias más pequeñas. Hoy nos comprometemos más, pero tenemos menos tiempo.
Hoy prácticamente es indispensable tener más de un título para conseguir trabajo. Sin embargo, aunque nos llenemos de títulos, cada día tenemos menos sentido común. Pareciera que cada vez tenemos mayor conocimiento y, sin embargo, cada vez tenemos menos criterio. Hablamos mucho y hacemos poco. Amamos poco y odiamos cada vez más. Podría decirse que aprendimos a amar la vida, pero nadie nos enseñó a vivirla plenamente. Se han conquistado presumiblemente todos los rincones de la tierra, el hombre ha visitado la Luna y existen naves espaciales que nos mandan imágenes desde otros planetas. Sin embargo, tenemos problemas para poder cruzar las calles de nuestras ciudades y conocer a nuestros vecinos.
Estoy seguro de que si pudiéramos visualizar el tiempo de vida que nos queda, seguramente quisiéramos pasar más tiempo con nuestros seres queridos, visitaríamos los lugares que nos traen buenos recuerdos, comeríamos nuestra comida preferida, sacaríamos nuestras copas de cristal sin miedo a que se rompieran, nos pondríamos nuestra mejor ropa simplemente para ir al mercado. Habría menos cosas que nos pusieran de mal humor porque entonces sabríamos que nuestras horas están limitadas.
Si supiéramos cuándo llegará esa irremediable cita con la muerte, pensaríamos en todas esas personas que queríamos visitar y que no hemos podido hacerlo, todas esas cartas que hemos querido escribir y siguen en el tintero. Nuestra vida y la de nuestros seres más cercanos seguramente sería mucho mejor, pues no dudaríamos en decirles a nuestros cónyuges, a nuestros padres, a nuestros hermanos, parientes y amigos, lo mucho que los queremos.
Nuestra vida y la de nuestros seres más cercanos seguramente sería mucho mejor, pues no dudaríamos en decirles a nuestros cónyuges, a nuestros padres, a nuestros hermanos, parientes y amigos, lo mucho que los queremos.