El Heraldo de Chihuahua

El nopal sobre el águila

- Doctor en Ciencias Sociales. Consultor independie­nte.

Nada personal, pero pobre Xóchitl Gálvez. Su última imagen del primer debate, más allá de los memes, es una buena alegoría a su manera de pensar: ella pone primero abajo lo que debe estar arriba y viceversa. Xóchitl quiere resolver los problemas del país a tarjetazos. Que los hospitales e institucio­nes públicas no alcanzan para dar servicio o medicament­os… tarjetazo para que acudan a las institucio­nes privadas. Que las escuelas públicas no pueden dar cabida a toda la demanda por educación… tarjetazo, para que vayan a escuelas privadas, etc.

Estos bienes que el Estado provee no son, como el PRI lo quiso y aun lo quiere hacer ver, una graciosa concesión del partido en el gobierno, sino la obligación del gobierno de hacer cumplir los derechos de las personas

Xóchitl no se plantea construir institucio­nes públicas fuertes, que provean bienes públicos de calidad y suficiente­s como la salud, la educación, la seguridad, los cuidados. No lo hace porque su formación es muy deficiente. Piensa que el hecho de ser “Self made woman”, ingeniera, de ser una mujer que salió adelante hasta llegar a ser empresaria, de plantear el “echelegani­smo”, como dice Viri Ríos, basta para resolver los problemas de este país.

No se ha dado cuenta de que los países más prósperos del planeta son los que tienen estados fuertes, que proveen bienes públicos suficiente­s a su población, por ejemplo, los países escandinav­os.

Ahí, el Estado garantiza educación, salud, cuidados, diversión a todos en institucio­nes públicas, a partir de un sistema fiscal redistribu­tivo que carga mucho más a quienes más tienen. Ni siquiera conoce la historia de México suficiente­mente como para darse cuenta de que el progreso de este país, con todo y sus asegunes, se dio cuando el Estado proveyó bienes públicos a las y los mexicanos, como educación básica universal y gratuita, tierras para cultivar, salarios más o menos remunerado­res, institucio­nes de salud pública y medicina social, etc.

Todos estos bienes que el Estado provee no son, como el PRI lo quiso y aun lo quiere hacer ver, una graciosa concesión del partido en el gobierno, sino la obligación del gobierno de hacer cumplir los derechos de las personas. Esa fue una de las respuestas de Claudia Sheinbaum que Xóchitl no quiso encajar. Xóchitl cree que, poniendo al mercado, a las empresas privadas, por, sobre todo, se solucionar­án los problemas del país. Esa es su cultura. Nada le han enseñado los años que pasó como funcionari­a pública con Fox, o como alcaldesa de la Miguel Hidalgo. Sigue en la postura neoliberal más ramplona. Por eso sus propuestas fueron tan limitadas y se concentró más en los ataques a Sheinbaum. El mejor PRI tuvo una visión de Estado y pudo conducir al país por la vía del desarrollo estabiliza­dor hasta mediados de los años sesenta. El PAN de Gómez Morin, de González Morfín, de Christlieb Ibarrola por su parte, tuvo una visión humanista, de un Estado social subsidiari­o y artífice de la justicia social. No las implementó desde la Presidenci­a porque ni Fox ni Calderón entendiero­n esta visión y se entregaron al neoliberal­ismo.

Pero ni el PRI de Alito ni el PAN de Marko se parecen a sus antecesore­s históricos y, junto con el PRD de Zambrano se hundieron en los negocios privados y el chambismo. Se vaciaron de ideología, de valores y contenido.

Por eso poco le pueden aportar a Xóchitl. Y aunque lo quisieran hacer, no podrían, porque ella se declara independie­nte de los partidos; pero no los sustituye con una sólida visión de Estado y sociedad que fundamente políticas públicas, no ocurrencia­s. En este sentido Xóchitl está huérfana. Por eso coloca el nopal sobre el águila.

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