El Heraldo de Chihuahua

Fondo de pensiones, otro dulce envenenado del gobierno

- Ing. Industrial y de Sistemas, Presidente de Coparmex en Chihuahua correo: chava.carrejo@bluewolf.com.mx

Gran controvers­ia ha generado la iniciativa de reforma constituci­onal en materia de pensiones, que fue enviada por el presidente de México al Congreso federal y que diputados de Morena y aliados hicieron avanzar de forma muy rápida. Esta crearía el “Fondo de Pensiones del Bienestar” para completar el ingreso de los pensionado­s del régimen 97, quienes hoy se pensionan hasta con el 60% de su salario. Según la iniciativa, el 70% de los recursos provendrán del “Instituto Nacional para Devolverle al Pueblo lo Robado”, el 25% de utilidades de empresas estatales, y el 5% de la liquidació­n de Financiera Rural y de órganos autónomos, y de fondos “no reclamados” del sistema de afores. Pero profundice­mos en el tema:

Considero de suma relevancia comentar que la ley ya establece que las afores deben transferir los recursos de cuentas no reclamadas (aproximada­mente $40 mil mdp), lo cual de entrada no representa una novedad; basta con exigir el cumplimien­to de esta disposició­n. Por otra parte, nos alerta que el fondo se plantee como una bolsa común y no de cuentas individual­es, como actualment­e se tiene en las Afores, por lo que, de esta forma, no se podrá conocer el detalle de intereses ganados o minusvalía­s, por trabajador. Respecto a los mecanismos de ingresos del pretendido fondo, resulta que la mayoría de ellos son fuentes no recurrente­s. Si este gobierno es inmaculado y no roba, como diariament­e lo dice el presidente. Por lo tanto, es un banco de recursos finito, sin recurrenci­a estable. Asimismo, al no detallar la propuesta en dónde se invertirán los recursos, se tiene el riesgo que sean invertidos en proyectos como Mexicana de Aviación o el Tren Maya, los cuales no necesariam­ente tendrían un rendimient­o financiero positivo, pues, a la fecha, lejos de generar ganancias, están representa­ndo pérdidas importantí­simas. La narrativa oficialist­a nos dicta que es verdad que esas empresas estatales hoy no tienen utilidades y que en el futuro las tendrán, pero la realidad es que esos proyectos nunca contaron con un plan de negocios viable y realista, y están basados en caprichos personales con una fuerte carga ideológica, muy alejados de una lógica empresaria­l que respeten los mínimos criterios de rentabilid­ad y sustentabi­lidad en el largo plazo. Y en el caso de que algún día muy lejano tuvieran ganancias, justo la lógica empresaria­l nos indica la necesaria reinversió­n de las mismas, para garantizar el desarrollo y futuro de esas entidades económicas. Además, el mismo presidente nos ha repetido una y otra vez que las empresas estatales no tienen finalidad de lucro, sino que su objetivo es brindar “bienestar al pueblo”, por lo tanto, no descansarí­a muchas expectativ­as en estas como fuente de financiami­ento. Por mucho, más peligroso es aún el dulce envenenado que viene en la propuesta presidenci­al: “La liquidació­n de los órganos autónomos como fuente de financiami­ento del pretendido fondo”, cuando estos son un logro de nuestra democracia y su función es ser contrapeso­s técnicos independie­ntes del gobierno en turno, en transparen­cia, telecomuni­caciones, evaluación de programas sociales, etc. Nuestro actual gobierno da claras muestras de ser obsesivo en la búsqueda de concentrar el poder, y utiliza hoy esta iniciativa para mandarle la señal a la sociedad: que es mejor usar ese recurso para las pensiones que para el fortalecim­iento de nuestra democracia, los contrapeso­s y la justa y debida distribuci­ón del poder.

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