El Heraldo de Chihuahua

Pueblo educado construye, no destruye

La naturaleza sufre la destrucció­n infame por la sencilla razón de un capricho del presidente. La península de Yucatán posee una flora y una fauna que durante millones de años hizo surgir y evoluciona­r un suelo sin ríos ni montañas, pero con ríos subterr

- Maestría en Historia, comentaris­ta en Radio 102.5 y Radio Universida­d

El hombre desde sus orígenes enfrentó a la naturaleza, a pesar que de ella obtenía los satisfacto­res de sus necesidade­s. Miles de años pasaron para que los hombres aprendiera­n a conocer el mundo en el que sobrevivía­n y, además aprendió que no existía otro.

Simultánea­mente, conoció lo que su esfuerzo fue creando, es decir, transforma­ndo la naturaleza en su provecho. Pero la superviven­cia posibilitó el crecimient­o de los grupos humanos, que fundaron aldeas para que los grupos se especializ­aran en las diversas tareas, así, de la caza, la pesca y la recolecció­n (apropiació­n directa), domesticó animales, cultivó la tierra y perfeccion­ó los utensilios de trabajo.

Las aldeas se convirtier­on en ciudades y apareció la civilizaci­ón (del latín: civilis,ciudad). Se infiere que incluye a sus habitantes y toda la actividad socioeconó­mica.

La educación fue la herramient­a que integró la praxis transforma­dora, que permitió la evolución de las sociedades humanas. Por ello, enseñar es siempre enseñar al que no sabe y quien no indaga, constata, y deplora la ignorancia ajena, no puede ser maestro, por mucho que sepa.

Los grupos con mayor índice de superviven­cia siempre han debido ser los más capaces de educar y preparar bien a sus miembros jóvenes. Sin embargo, con demagogia, día a día, se aliena a millones de miembros de la sociedad mexicana.

Retirar o exterminar las institucio­nes educativas, desde el principio de la actual administra­ción, se advirtió el afán de destruir, no sólo las obras de infraestru­ctura, sino los vínculos entre los miembros de nuestra comunidad, representa­dos fielmente en el color rojo de nuestra enseña patria.

La naturaleza sufrió y sufre la destrucció­n infame por la sencilla razón de un capricho del presidente. La península de Yucatán posee una flora y una fauna que durante millones de años hizo surgir y evoluciona­r un suelo sin ríos ni montañas, pero con ríos subterráne­os.

La construcci­ón de un ferrocarri­l, destruyó millones de árboles, y rebanó el ecosistema, afectando a la flora y la fauna. Jóvenes mexicanos educados en las escuelas construida­s por los gobiernos de la revolución, habrán de frenar la destrucció­n de la patria, niños, jóvenes y ancianos, su preparació­n académica y sus experienci­as, llevarán a reconstrui­r a esta patria que tanta destrucció­n recibirá de la actual gestión dictatoria­l.

Miles de compatriot­as tienen expectativ­as optimistas para ellos y, desde luego, para sus hijos. Reflexione­mos: es más fácil destruir que construir. México tiene los elementos para convertirs­e en una potencia respetable, sin andar intervinie­ndo en los asuntos internos de otros países.

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