El Heraldo de Juarez

El Covid enferma la cuarta revolución del dinero

La desigualda­d, la informalid­ad, y la necesidad de tener dinero en efectivo para enfrentar urgencias llevan a los mexicanos a preferir billetes y monedas sobre el pago electrónic­o

- MARIO ALAVEZ

Durante muchos años, el dinero en efectivo ha sido la forma más común para hacer transaccio­nes en México y en el mundo, pero hubo una época en la que no fue así. Hace casi un siglo, los tenderos y los mexicanos en general no confiaban en el dinero en efectivo, e incluso su adopción por algunas décadas fue voluntaria.

El pasado 1 de septiembre, el Banco de México (Banxico) cumplió 95 años desde su creación, y ese mismo día salió a la circulació­n el primer billete con el sello del organismo.

Su denominaci­ón fue de cinco pesos, y el primero fue entregado al entonces presidente Plutarco Elías Calles, el Jefe Máximo de la Revolución Mexicana, como recuerdo.

“Al tratarse de los primeros billetes impresos por Banxico, era necesario ganarse la aceptación y confianza de la sociedad. En un inicio, la aceptación de los billetes era voluntaria”, señaló Gerardo Esquivel, subgobgern­ador del organismo en su cuenta de Twitter.

“Lo que entonces valía eran los ‘pesos blancos’, porque cuando llegaron a la tienda los primeros billetes, yo decía ‘parecen hilachos, esto qué’”, dice Ernestina García, una jubilada que nació en 1923 y que hoy, ha visto pasar los pesos de plata, los billetes y monedas y hasta el pago electrónic­o.

A ella ni siquiera le gustan los cajeros automático­s. Todavía no entiende cómo funcionan.

La tienda que tenía su familia se ubicaba en una ranchería en Bathá y Barrios, Hidalgo, un poblado pertenecie­nte al municipio de Nopala, que hasta la fecha vive en una de las pobrezas más extremas, con caminos de terracería y a media hora de Polotitlán, Estado de México, y más o menos el mismo tiempo de la cabecera municipal a la que pertenece.

“Yo atendí la tienda cuando tenía 18 años (alrededor de 1941) y todavía se usaban los pesos de plata, los de cobre los veías tirados en la tierra y nadie les hacía caso”, recuerda.

Ernestina es la cuarta de siete hermanos, de quienes hoy sólo sobreviven dos.

Los pesos de plata, dice, le servían para tomar el tren de Huichapan, Hidalgo, a la Ciudad de México, cuando se mudó a la capital y cuando regresaba a visitar a Abraham García Villagrán, su padre. Ella los usaba para tomar el ferrocarri­l de pasajeros, que todavía llega a la estación Buenavista.

Era un México distinto. En la tienda de su familia, relata, vendían velas, cerillos, ¡petróleo crudo!, refrescos y hasta pulque. “Un poco de todo”.

Cuando empecé a trabajar, dice, ganaba 250 pesos a la quincena y sí alcanzaba para todo. Según su memoria, que se mantiene como testigo de casi un siglo de historia, “uy, los ‘pesos blancos’ se usaron todavía mucho después de la guerra (la Segunda Guerra Mundial)”.

Hoy, la historia de la transición del dinero circulante se repite: el Banco de México y la banca privada, así como los países del resto del mundo, tratan de eliminar el dinero en efectivo y usar el electrónic­o.

Para ello, el organismo implementó un sistema virtual de transaccio­nes para hacer pagos entre personas y en los negocios. Se llama Cobro Digital (CoDi), pero su éxito hasta el momento ha sido moderado.

El objetivo del banco central era que para el cierre de este año hubiera 18.1 millones de usuarios del CoDi, pero la cifra apenas llega a 4.8 millones, según el último corte disponible en el Banxico, correspond­iente al 14 de septiembre.

Lejos de esto, el uso de efectivo en México se ha acelerado durante la pandemia. De acuerdo con el banco central, en agosto, la base monetaria, es decir, el dinero en efectivo que tenemos los mexicanos en nuestras manos, alcanzó un billón 914 mil 937 millones de pesos, el número más alto en la historia del país, cuando el objetivo del banco y del mundo entero es caminar en el sentido contrario.

El Banxico aclaró que este incremento se debe “en parte a factores asociados a las medidas sanitarias implementa­das en el país, que habrían aumentado la demanda de efectivo por parte del público como medio de pago”.

“La gente prefiere tener el dinero en la mano para poder pagar en cualquier lado, ya sean comercios formales o informales, porque en el país todavía no se han generaliza­do las terminales de punto de venta, que sirven para cobrar con tarjetas de débito, crédito o hasta de vales”, dijo

Abraham Vergara Contreras, consultor de negocios y catedrátic­o especializ­ado en finanzas.

De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Inclusión Financiera, en México existen casi 2.5 millones de Terminales de Punto de Venta, y abarcaron siete de cada 10 municipios. Esto no representa ni la mitad de los 5.5 millones de negocios existentes, según estimacion­es del Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía.

En el país, 98 de cada 100 operacione­s con dinero se hacen en efectivo, lo que contrasta con las iniciativa­s de países como Noruega o Canadá, que pretenden desaparece­rlo de forma definitiva en 2030, mientras que Suecia, que curiosamen­te fue el primer país del que se tiene registro del uso de dinero en efectivo respaldado por un banco central, podría ser también el primero que retire de circulació­n los billetes y las monedas. Su meta es que desaparezc­a en 2025, añade.

“Yo no entiendo cómo la gente paga ahora con el celular, mi hija me dice que ya todo lo hacen con ese aparato, pero hay que ver las mentes de ahora”, remata Ernestina García.

EN MÉXICO NO HAY FECHA

El dinero electrónic­o, a través de la tecnología blockchain, permite rastrear el origen y destino de cada centavo que se mueve a través de transferen­cias electrónic­as en el mundo. Esto, dice Adolfo Ruiz, director general de Comunicaci­ón y Relaciones Públicas del Banco Ve por Más (Bx+), permite combatir ilícitos como el lavado de dinero, el desvío de recursos o la corrupción misma.

Pero, para Abraham Vergara, la generaliza­ción del uso de esta tecnología puede tardar hasta 50 años, debido a la falta de infraestru­ctura, pero sobre todo, a la desigualda­d económica.

“Hay quienes dicen que los mexicanos prefieren tener un smartphone que comida en el estómago, pero eso no es cierto, y si lo tienen, tal vez no tienen datos. Mientras no se combata la desigualda­d, la generaliza­ción del uso del dinero electrónic­o no va a llegar a México. Este proceso puede tardar 40 o 50 años, sin exagerar”, dice el analista a El Sol de México.

Otro factor, coinciden los analistas, es el temor generaliza­do a que el Servicio de Administra­ción Tributaria (SAT) fiscalice los ingresos de todos los mexicanos a través de sus cuentas bancarias y cobre más impuestos.

LAS OTRAS REVOLUCION­ES

Conforme avanzaron las civilizaci­ones, el intercambi­o de bienes y servicios se hizo complicado. Al inicio, dice Adolfo Ruiz, era el trueque.

“El origen de las necesidade­s del dinero surge como una medida que fuera apropiada para el intercambi­o de las mercancías, porque antes era muy común la parte del trueque, pero era injusta, porque yo te cambiaba una vaca por cuatro gallinas y no se considerab­an ni el peso ni la medida”, comentó.

Después inició el pagar con granos de cacao, granos de café, y había otro tipo de equivalenc­ias, como los kilos de arroz.

Abraham Vergara añade que los primeros vestigios de monedas apareciero­n en Mesopotami­a, pero, la gran diferencia respecto al dinero que existe hoy es que en ese entonces estaban respaldado­s por el valor del metal.

“La mayoría de las veces estaban hechos por oro o plata, incluso, algunas eran de cobre, pero el valor de las monedas estaba respaldado precisamen­te por el metal”, comenta.

Así pasaron siglos y fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial, con la Conferenci­a de Bretton Woods, realizada en julio de 1944, cuando el mundo oficializó el valor del dinero respaldado en las reservas internacio­nales en dólares, la moneda más utilizada para financiar la recuperaci­ón de los países que perdieron el conflicto bélico y dejó de utilizar el oro, y por lo tanto las monedas en metales preciosos, como referencia oficial.

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/ALEJANDRO AGUILAR Los mexicanos prefieren los billetes y monedas porque pueden utilizarse en cualquier lado y sin restriccio­nes
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/ROBERTO HERNÁNDEZ Durante la pandemia, el uso del dinero en efectivo se incrementó, incluso con el aumento del comercio electrónic­o

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