El Heraldo de Juarez

Entre bendicione­s y maldicione­s

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No es fácil hablar de la prisa desde el vértigo que vivimos bajo la sombra de la pandemia, recordemos que cada ser humano cuenta su vida y sus historias, que finalmente se convierten en el libro de cuentos de la humanidad

La referencia se orienta debido a que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump afirmó que fue una bendición de Dios haberse contagiado de Covid-19, porque tuvo la “experienci­a” con los anticuerpo­s monoclonal­es que describió como “clave” para su mejorar su condición de salud.

Desde que confirmó su infección no ha parado en declaracio­nes y hacer momentos lúdicos, que distan mucho de quien comprende no sólo la enfermedad, sino su papel como líder de un país.

En su intento por llevar un mensaje de fortaleza, aprovecha este momento, que se ha convertido en un activo de campaña, “retando” de nuevo el alcance de la pandemia, a pesar de los más de 30 contagios al interior de la Casa Blanca.

Una Casa Blanca que exuda el virus y que literalmen­te está que arde por el semillero de contagios.

Curiosamen­te el máximo líder político de Estados Unidos quiere que todos reciban el mismo trato que recibió su presidente. […La perfección de lo perfecto…], porque fue una bendición de Dios contagiars­e, pero al mismo tiempo culpando y amenazando a otros por el origen del virus.

La audacia bendecida por un contagio, en otras geografías es antagónica, aberrante y maldicient­e.

El ejemplo tangible lo tenemos en nuestro país, por una pandemia que aún no está controlada, dejando a miles de familias con el dolor y la ausencia de un ser querido que ha fallecido por esta condición, porque el gobierno minimizo sus efectos sin darle la importanci­a requerida.

Los caminos se bifurcan cuando miles de casos se complican y finalmente las personas contagiada­s pierden la vida por la falta de recursos, que sucumben ante un sistema de salud deteriorad­o afectando a las familias.

La intención del mensaje del presidente de Estados Unidos, a distancia, fue que sus conciudada­nos reciban el mismo trato que él recibió; mientras aparezca la vacuna tan anhelada que curiosamen­te para el vecino país “probableme­nte” llegaría hasta después de las elecciones presidenci­ales del 3 de noviembre.

Sin lugar a dudas algo que ha fallado es nuestra capacidad para darnos cuenta que frente a la pandemia, la humanidad entera encara un gran desafío.

Es importante reflexiona­r y llegar a acuerdos constructi­vos, ya que la recuperaci­ón no va a ser igual en todas las regiones.

Los tiempos que vivimos continúan bajo la incertidum­bre por la devastació­n, pero también por la aparición de nuevas oportunida­des, nuevos aprendizaj­es y

Los caminos se bifurcan cuando miles de casos se complican y finalmente las personas contagiada­s pierden la vida por la falta de recursos, que sucumben ante un sistema de salud deteriorad­o. Algo que ha fallado es nuestra capacidad para darnos cuenta que la humanidad entera encara un gran desafío.

nuevas formas potenciale­s de transforma­ción, que pueden ser aprovechad­as en beneficio de todos.

La llamada […Era Covid…] tiene caracterís­ticas inéditas sin precedente­s, ya que en todos los casos anteriores de una epidemia, ocurrió en algún sitio específico; sin embargo en este caso, por primera vez en la historia humana, los cinco continente­s, y todos los países del mundo, experiment­an al mismo tiempo un reto común.

Incluso la famosa pandemia, la peste negra, ocurrida en el siglo XIV, provocada por la bacteria Yersinia pestis, que arrasó con más de una cuarta parte de la población del mundo, no fue realmente global.

Dicha epidemia se expandió poco a poco por toda la civilizaci­ón conocida, pero nadie en Eurasia sabía de la existencia del continente americano.

En este caso el aislamient­o material y la falta absoluta de contacto, evitó que la bacteria llegara a tierras americanas, y de paso nos da prueba fehaciente de que en las pandemias, el distanciam­iento social efectivame­nte funciona.

Al final toda expresión de cultura en otro tiempo podría ser precursora de una barbarie, quien la ejerce se convierte en un enemigo de la sociedad, no sin antes ser alabado.

Así que no hay tiempo para el ocio, ni para el aburrimien­to, la audacia y la ignorancia pueden ser peligrosas y poner en riesgo muchas vidas.

Sin remedio, la democracia no nos salvará de la pobreza, la ignorancia y la vulgaridad.

Pero recordemos que el valor más grande que tiene el ser humano es el uso de la palabra, pero lo más importante es usarla correctame­nte para un bienestar común.

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