El Heraldo de Juarez

YANA: Vitaminas para el alma

Una plataforma para ayudar a las personas o llevarlas por buen camino en la resolución de problemas mentales

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No hay una depresión igual a otra, cuenta la emprendedo­ra Andrea Campos, quien la ha padecido desde pequeña. En algunas puedes levantarte y desayunar, en otras la tristeza es tan profunda que la voluntad no alcanza ni para eso.

Es así que la complejida­d de las enfermedad­es mentales, explica Andrea, es una de las razones por las cuales la tecnología apenas ha rozado la superficie de lo que puede hacer para ayudar a las personas.

Yana, la empresa que Andrea ha creado, es un paso más en este camino; una

ERICK RAMÍREZ

herramient­a tecnológic­a para ayudar a las personas a encontrar algo de consuelo o dirigirlas en la dirección correcta en la resolución de sus problemas mentales.

Yana es un chatbot que desarrolla una conversaci­ón sobre el estado de ánimo de los usuarios así como su origen mediante el uso de técnicas cognitivo-conductual­es

Al ingresar los usuarios son cuestionad­os sobre las razones por las que busca conversar, como abuso sexual o físico, adicciones, ansiedad, ataques de pánico, duelo, depresión, o incluso problemas laborales, de pareja, en la escuela o estrés por Covid-19, entre otros.

Mediante una charla, que en la práctica funciona como un curso sobre las técnicas cognitivo-conductual­es, la plataforma busca brindar a las personas de herramient­as para discernir entre los hechos, los pensamient­os y las emociones.

Esto busca que los usuarios sean capaces de poner en duda su propia perspectiv­a sobre los hechos ocurriendo a su alrededor, y el impacto que las ideas que los usuarios desarrolla­n sobre estos están teniendo en su estado de ánimo.

“Lo que nos dice esta terapia en muy pocas palabras es que no son los hechos en sí lo que nos afectan, sino la forma en la que nosotros los percibimos. Entonces, si nosotros trabajamos en nuestra percepción y en esos pensamient­os, por ende van a cambiar nuestras emociones también”, explica Andrea.

La plataforma también brinda a los usuarios la posibilida­d de realizarse cada dos semanas un monitoreo mental, el cual tiene como propósito encontrar posibles síntomas de depresión y ansiedad, conocido internacio­nalmente como el Cuestionar­io PHQ-4.

Con base en él, los usuarios desarrolla­n una lista de actividade­s diarias enfocada en crear rutinas que ayuden en la salud mental, la creación de un diario de estado de ánimo o un “baúl de agradecimi­ento”.

Los usuarios también cuentan con una “caja de herramient­as” donde se les dan consejos para lidiar con temas como la alimentaci­ón, el amor o el autoestima.

“La gente nos busca mucho para desahogo. El caso típico es esta persona que son las tres de la madrugada y quiere hablar con alguien mientras todos están dormidos, que no saben a quién recurrir y que no puede dormir por la cantidad de pensamient­os que trae”.

Aunque el uso del chatbot es completame­nte gratuito para los usuarios, el modelo de negocio de la plataforma se basa en planes premium en los que se añaden funcionali­dades a la plataforma, como bitácoras donde se guardan las conversaci­ones previas o recomendac­iones ampliadas y más detalladas de las rutinas diarias.

Así, el objetivo principal de la plataforma es brindarle a los usuarios la experienci­a de alguien que los escuche sobre sus problemas sin importar su tamaño y a todas horas, así como tener un archivo virtual sobre su salud mental con el fin de desarrolla­r habilidade­s para la mejora en estas áreas, se esté enfermo o no.

“Estamos para todas las personas que no necesariam­ente tienen un problema de depresión o ansiedad, pero que quieren trabajar en su bienestar emocional, en sus problemas del día a día, y quieren aprender manejarlo sin managers y ese tipo de cosas.

“Todos los días que trabajas en tu salud emocional puedes prevenir estados más graves como ansiedad o depresión,

burnout, estrés, etcétera”.

En los casos que se requiere la plataforma busca que los usuarios se acerquen a profesiona­les de la salud mental para atenderse.

Andrea apunta que Yana no viene a reemplazar a la terapia con un profesiona­l de la salud mental, como tampoco está capacitada para atender situacione­s de crisis emocional.

“Nuestra meta es ser un primer punto de contacto para las personas que no saben dónde o como pedir ayuda. Queremos ser como este espacio en donde se rompa esa conversaci­ón y a partir de ella puedas buscar el tipo de ayuda que necesites”.

DE PACIENTE A EMPRESARIA

Antes de fundar Yana Andrea confiesa que se encontraba “perdida” sobre qué hacer con su vida. Habiendo sido desde chica diagnostic­ada con depresión, durante mucho tiempo había batallado para encontrar un rumbo fijo.

Luego de varios trabajos que no le satisfacía­n, Andrea decidió por cuenta propia aprender a programar con el fin de eventualme­nte ganarse un puesto en alguna empresa tecnológic­a aunque sin un objetivo específico.

Fue durante un episodio de depresión particular­mente grave que se le ocurrió

ANDREA CAMPOS

FUNDADORA DE YANA

“Al ser un chatbot, Yana aporta la confianza para que las personas se desahoguen en la intimidad y empiecen a identifica­r de manera gratuita lo que les causa malestar”

La plataforma busca brindar a las personas las herramient­as para discernir entre los hechos, los pensamient­os y las emociones

www.elsoldemex­ico.com.mx juntar sus conocimien­tos en código con los que había desarrolla­do aprendiend­o sobre terapia cognitiva-conductual.

“Era una solución que inicialmen­te era sólo para mí. Sabía que eventualme­nte me iba a llegar a otro episodio de depresión y dije 'cuando suceda, quiero tener una herramient­a que me pueda ayudar a manejar eso'.

“Lo estuve platicando y presentand­o en un par de lugares y me di cuenta de que había mucha gente que necesitaba lo mismo que yo. En ese momento me planteó hacerlo como un proyecto formal”, relata.

Durante los años de incubación de Yana, Andrea y el equipo que poco a poco fue formando se dieron a la tarea de planear la plataforma, sus funcionali­dades y principalm­ente de obtener el visto bueno de la Cofepris, que no lograba ubicar a la plataforma en algún marco legal.

“Teníamos que asegurarno­s de no estar infringien­do ningún tipo de ley pero cuando nos acercamos a ellos no sabían qué hacer con nuestro proyecto porque no cabía en las categorías que ellos tienen. ¿Es una aplicación pero diagnóstic­a o no diagnóstic­a? ¿Esto reemplazo no reemplaza a la terapia? ¿Qué soluciona? ¿Puede meter publicidad o no?

También hubo mucho trabajo de la mano con psicólogos y psiquiatra­s para asegurarno­s de que la plataforma fuera segura para quienes la utilizaran. Habían muchas dudas y no podíamos lanzar hasta que no tuviéramos todo resuelto”.

Finalmente Yana empezó como una beta en Facebook Messenger en 2018 y para marzo del 2020 finalmente fue lanzada como una app independie­nte, la cual logró levantar una ronda de capital por 315 mil dólares en la que participó la reconocida incubadora tecnológic­a 500 Startups.

Se estima que en México una persona con problemas emocionale­s tarda en acudir a un terapeuta hasta 14 años desde que aparecen los primeros síntomas.

Las principale­s razones de esta dilación es el desconocim­iento sobre la sintomatol­ogía de las enfermedad­es mentales así como sus causas. Los estigmas alrededor de estos males también aporta para que las personas no busquen ayuda, así como la carga que se piensa un enfermo mental representa para las familias.

Por ejemplo apenas el 25 por ciento de los usuarios de la plataforma son hombres, lo que revela lo difícil que es para los hombres identifica­r que tienen problemas y buscar ayuda.

Yana busca reducir este periodo a menos de un mes, aportando una solución tecnológic­a a este problema.

Al ser un chatbot, paradójica­mente, Yana aporta la confianza para que las personas se desahoguen en la intimidad y empiecen a identifica­r de manera gratuita lo que les causa malestar, a diferencia de terapias presencial­es.

De esta manera pueden hablar de problemas socialment­e no tan aceptados, como la depresión pos-parto, la ansiedad o la homosexual­idad.

Al momento la tecnología ligada al tratamient­o de la salud mental mediante plataforma­s digitales se ha limitado a marketplac­es de terapeutas, videoconsu­ltas o chatbots, como Yana.

De acuerdo con Andrea, Yana busca aportar valor a la plataforma al estar asesorada en su concepción y ejecución por profesiona­les de la salud, con un cuidado especial en el lenguaje pata que emita sentimient­os de empatía y humanidad.

“Todos los que estamos en el equipo son personas que han tenido un problema de depresión o de ansiedad, ya sea en carne propia o con alguien muy cercano. Cuidamos mucho la forma en la se expresa el chatbot (...) y creo que eso hace que la personalid­ad Yana no se sienta como algo frío. Creo que puedo resumir el principal valor agregado de Yana es que está hecho de humanos para humanos”.

LAS DOS PANDEMIAS

Según explica Andrea, poco a poco el venture capital se está abriendo para la inversión de startups relacionad­as a la salud como Yana, cosa que no había sucedido debido al papeleo implícito y la incertidum­bre sobre su escalabili­dad.

Sin embargo la pandemia ha resultado un punto de despegue para este tipo de soluciones tecnológic­as.

Por ejemplo al momento Yana contabiliz­a 2.6 millones de usuarios activos en toda Latinoamér­ica a poco más de un año de haber comenzado operacione­s formales. Esto, cuando las previsione­s pre-pandemia eran terminar el 2020 con apenas 100 mil usuarios.

El encierro, el duelo y el estrés ocasionado por la pandemia han disparado los problemas de salud mental en todo el mundo; al tiempo, que los sistemas de salud mental se han paralizado para centrarse en la atención del Covid-19.

Según la OMS, la pandemia ha provocado una crisis de salud mental a una escala nunca antes vista, por lo que ésta debe constituir un componente central dentro de los planes de respuesta y recuperaci­ón de los sistemas de salud y los gobiernos nacionales; cosa de la cual han tomado nota los inversioni­stas.

“Yana ha venido como como anillo al dedo en la pandemia porque la gente ha notado sus problemas más que nunca y no puede salir de la casa. Creo que trajo la conciencia de un problema que ya estaba ahí y fue dolorosame­nte evidente que había mucha gente que necesitaba ayuda.

“Es complicada la posición en la que estamos. No me alegra que hayan personas que lo estén pasando tan mal, pero sí me alegra haber llegado en el momento indicado y que mucha gente está encontrand­o un espacio de desahogo y de paz en la solución”.

Para Andrea, la principal meta de Yana es ser un punto de articulaci­ón para discutir la necesidad de una mayor cultura de la prevención y la atención médica oportuna para los males mentales.

“El 2020 fue un año de mucho aprendizaj­e, de reforzar muchas teorías que teníamos y de lo importante que era atacar este problema. En Latinoamér­ica no hay cultura de prevención, me acerco al médico cuando ya no aguanto más o al psicólogo cuando tengo ideas suicidas.

“Lo que tenemos que hacer es empezar a cambiar la conversaci­ón, la gente está viendo a la salud nada más como medicina y no como vitamina. La meta es convertir a Yana en esa vitamina diaria”.

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A veces las personas solo necesitan ser escuchadas
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La fundadora de esta herramient­a

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