José Eduardo Limón
La cuarta des-transformación del país no cederá ningún peldaño y por más ‘‘reveses’’ que pueda tener en su camino, atacará y embestirá sin tregua alguna a todo aquel que pretenda interponerse en la consolidación despótica del Chávez mexicano.
Es una ilusión interpretar que los movimientos que se realizan desde la más alta esfera de poder en México, sean producto de alguna “iluminación” matutina y que se llevan a cabo sin la menor meditación sobre los impactos que tendrán. La reforma a la industria eléctrica, la militarización del país, la desaparición de los fideicomisos, el nombramiento de virreyes en cada Estado, la redención de los corruptos y la reforma al Poder Judicial son disparates que tienen un propósito pernicioso; lo podemos apreciar en varios países de América Latina, que seducidos por la demagogia de algún caudillo, le entregaron a manos llenas el control absoluto del destino de sus países y la vida misma de sus habitantes.
Irónicamente, todos estos personajes inmundos de la política en América llegaron al poder a través del camino de la ‘‘democracia’’ y sin excepción alguna, cada uno ellos salió encampañado a la calle prometiendo mejores oportunidades de vida, e incluso ofrecieron acabar con la oligarquía política que mucho daño le hacía al destino de grandeza de sus pueblos.
Así también llegó MALO al poder y desde entonces el lobo se ha ido desvistiendo de su piel de oveja… Aquel primer domingo de julio del 2018, en un evento multitudinario que se realizó en el Zócalo de la Ciudad de México, MALO agradeció al INE por haber sido el árbitro imparcial que le garantizaba su llegada a la silla presidencial por haber recibido el 53.19 por ciento de los sufragios emitidos.
Pero el tirano, para quien la democracia es un chiste que sólo sirve para darle ‘‘legitimidad’’ a su acciones arbitrarias, muy pronto reveló sus intenciones y comenzó a seguir la agenda que dicta el Foro de Sao Paulo, mediante la cual se busca crear un bloque socialista-comunista en toda América. En tan sólo dos años de gobierno doblegó a muchos políticos, empresarios y líderes sociales; rápida pero sigilosamente, ha eliminado contrapesos y ha sabido utilizar la inmundicia del sistema político mexicano para que esa clase
Habrá que defender al Instituto Nacional Electoral porque es la piedra que detiene la avalancha
oligárquica que tanto atacó en sus campañas, terminara sumándose a su proyecto des-transformador del país.
El mismo Poder Judicial, el encargado de custodiar la correcta interpretación y aplicación de nuestras normas jurídicas, empezó a tener una postura sumisa ante el tirano, concediéndole la absurda encuesta para juzgar a los expresidentes. Así fue como empezamos a ver al ministro presidente, Arturo Zaldivar, dejar sus labores jurisdiccionales y convertirse en un adorno en eventos públicos del Ejecutivo federal; en uno más de esos aduladores.
El Ejército dominado, las Cámaras ampliamente controladas, la Suprema Corte con tendencias más políticas que jurídicas, los gobernadores callados o nulificados, los partidos perdidos en la búsqueda de posiciones, los empresarios intimidados o comprometidos, la prensa silenciada o estigmatizada; todo bajo su mano... salvo el INE.
Con este panorama nos acercamos a lo que podría ser la última elección que organiza el Instituto Nacional Electoral; porque después de haberle cancelado la candidatura a Félix Salgado Macedonio y a varios de sus súbditos, la amenaza no podía hacerse esperar y ya se plantea una reforma que desaparezca éste organismo y que ahora sea el Poder Judicial quien organice las elecciones.
Dominando las elecciones podría jugar con la democracia y al igual que su compadre ideológico, Hugo Chávez, manipular los votos para siempre resultar el vencedor absoluto de los comicios electorales y emprender la destrucción del país bajo su premisa cegadora de que el pueblo acompaña sus delirios.
La última línea es el INE; habrá que defenderlo porque es la piedra que detiene la avalancha.