Letras tras las rejas
Muchos grandes escritores también estuvieron en la cárcel
El mundo de la literatura abarca mucho más que lecturas públicas y tertulias. Así como hay autores solemnes y respetables, están aquellos que han tenido una vida intensa y estrafalaria. Tanto, que han terminado en prisión por los más variados motivos. En ocasiones, por un gobierno injusto que no soporta sus letras y los encierra, pero también por cometer asesinatos a sangre fría.
Esta semana recordaremos casos de autores que, más allá de participar en soporíferos eventos, han terminado siendo privados de la libertad, que han ocurrido en puntos geográficos tan diversos como Nueva Zelanda o el propio Guanajuato.
Muchos autores han tenido que trabajar en otros rubros, pues es bien sabido que la literatura ‘no deja suficiente’, pero Dannie M. Martin fue inusual y hasta ilegal, pues fue un asaltabancos que en septiembre de 1980 cometió un segundo atraco en un condado de Washington. Haciéndose pasar por un discapacitado en silla de ruedas, sacó un arma y quiso retirar el dinero, pero fue detenido a tiempo y encerrado en prisión. Aquella sería una de tantas condenas por tantísimos crímenes.
Martin, apodado ‘Red Hog’ por corpulento y pelirrojo, escribió sobre la vida de los criminales y la privación de libertad. Se dedicó a leer a los clásicos como Hemingway y Dostoievsky, formándose de manera autodidacta. Su obra, como era de esperarse, fue condenada por ventilar secretos de las prisiones de Estados Unidos, donde el índice de internos es altísimo. Murió en 2013, demostrando que la literatura puede redimir a más de un delincuente.
El segundo caso es el de Juliet Hulme, ocurrido en Nueva Zelanda, 1954. La joven de 15 años que se hizo amiga de una chica llamada Pauline Parker. Entre las dos surgió una intensa y cercana amistad, hasta que los padres de Hulme, de origen ingleses, la querían enviar a Sudáfrica a estudiar. Entonces, conspiraron para matar a la madre de Pauline.
Metieron un ladrillo en un calcetín e interceptaron a la mujer en un parque, golpeándola 45 veces, matándola. Juliet era británica, y la ley de Nueva Zelanda señalaba que, al ser menores de edad solo se les podía condenar a 5 años.
Juliet cambió su nombre al de Anne Perry, y comenzó a escribir novelas policiacas protagonizadas por los detectives Thomas
Pitt y William Monk. Murió en 2023, como una de las mejores escritoras del género histórico y de misterio que ha dado Inglaterra. La película sobre el tema se titula ‘Criaturas celestiales’, dirigida por Peter Jackson.
INJUSTICIAS
Pero tenemos el otro lado de la moneda: el de escritores que, en una época de represión en su país, no se callan ni se autocensuran, ganando el odio de los poderosos y terminando en la cárcel.
Dashiell Hammett es uno de los grandes pilares de la novela policiaca estadounidense. Autor de ‘El halcón maltés’, novela protagonizada por el detective Sam Spade, este narrador creó el modelo del investigador privado como lo conocemos. Fue un militante político que se ganó la enemistad de políticos de su país, destacando el senador Mc Carthy, quien lo obligó a delatar a sus compañeros del partido comunista. Al negarse, se acusó al escritor de obstrucción de la justicia y fue condenado a 5 meses de prisión. Salió de prisión harto de todo. Murió en 1961. “Ni los polis ni los jueces me dirán a mi lo que es la democracia”, afirmó.
Un caso similar, pero en diferente época y país es el del poeta Victoriano Rodríguez, oriundo de San Francisco del Rincón y sin duda, uno de los mejores bardos de Guanajuato. Conocido por su estilo incendiario, entraba y salía de la cárcel incontables veces. Su estilo era muy provocador para su época, por lo que sus rimas enfurecían a personas influyentes en una época previa a la Revolución Mexicana.
Lo cierto es que, como en una ocasión dijo ‘Red Hog’, fueron sus decisiones conscientes las que lo hicieron convertirse en criminal. Ni la pobreza, ni los vicios. Sin duda, tiene razón.