Derraman espiritualidad
Turistas de distintos lugares del país llegan a disfrutar de estos días santos
Durante este Viernes Santo, el Viacrucis, una de las celebraciones más veneradas de León, vivió un ambiente impregnado de espiritualidad palpable.
El punto de partida fue el Templo de Fátima, donde cientos de personas se congregaron para dar inicio a esta procesión que conmemora la Pasión de Cristo.
Entre la multitud se encontraban 40 actores, listos para escenificar con devoción y entrega los últimos momentos de la vida de Jesús.
Junto a ellos, un equipo de 30 personas conformaba el staff, coordinando cada detalle para garantizar el desarrollo fluido y seguro del evento.
Desde la logística hasta la seguridad, cada miembro del equipo desempeñaba su papel con profesionalismo y dedicación.
Entre los protagonistas de esta representación destacaba Jetzan Josafat, un joven de 29 años que llevaba cuatro años encarnando a Jesús en el Viacrucis de Chapalita.
Con gran devoción, Jetzan se preparaba para asumir una vez más el papel que le había sido encomendado.
La cruz, símbolo central de la procesión tuvo dimensiones de 5 metros de largo por 2 de ancho y un peso aproximado de 130 kg, representaba la carga que Jesús llevó en su camino hacia el Calvario.
Este año, el Viacrucis de Chapalita cumplió 65 años de historia, consolidándose como una tradición arraigada en el corazón de la comunidad.
La procesión avanzaba pausadamente por las calles de Chapalita, mientras los fieles seguían con devoción cada estación del camino de Jesús hacia la crucifixión.
El recorrido llevó a los participantes desde el Templo de Fátima hasta el cruce entre el
Bulevar Manuel de Austria y el Bulevar Campeche, donde culminaría la ceremonia.
Con el sol de las 3:33 de la tarde iluminando el cielo, la procesión llegó a su fin en el lugar designado.
Entre oraciones y reflexiones, los fieles se reunieron alrededor de la cruz, recordando el sacrificio de Cristo y renovando su compromiso con la fe.
Así, entre la solemnidad y la emotividad, concluyó otro Viacrucis en Chapalita, dejando en su estela una profunda sensación de conexión espiritual y el firme anhelo de continuar honrando esta tradición por muchos años más.
Miles de fieles católicos acudieron a los templos e iglesias de la zona centro de la ciudad y de algunas zonas rurales para tomar parte y presenciar el Vía Crucis, con el cual recordaron la Pasión y Muerte de Jesucristo ocurrida hace más de dos mil años.
Las personas se dieron cita en templos e iglesias de la zona como: San Roque, la Compañía, San Sebastián y el Señor de Villaseca, en el barrio de Cata, al igual que en Marfil. También hicieron acto de presencia en Mineral de Santa Ana, Santa Rosa, Santa Teresa y la Sauceda.
Las familias salieron a las calles desde las primeras horas de la mañana, donde fueron recibidos por el calor, que comenzó a sentirse desde poco después de las 9:00 de la mañana del Viernes Santo.
Al igual que en San Roque, en el Oratorio de San Felipe Neri, mejor conocido como la Compañía la ceremonia comenzó a las 10:30 de la mañana y junto con las cientos de personas también estuvieron presentes centenares de integrantes de la Hermandad de Cargadores.
Todos estos hombres cargan en sus hombros, pesadas andas hechas de madera, donde se colocan las figuras de Jesús, la Virgen María, Simón de Sirene, María Magdalena, ente otros.
Al paso de las andas, los sacerdotes dirigen un mensaje a los presentes y donde recuerdan el sacrificio de Hijo de Dios, que entregó su vida, pese a ser inocente para redimir al género humano.
En los sermones y mensajes, los ministros de culto también recuerdan la importancia que las familias y sus integrantes tengan en Jesús de Nazaret, el ejemplo de humildad y sabiduría para salir adelante.
Conforme pasan las andas, que son cargadas por cientos de hombres que visten silicios, hechos a base de ixtle, un material que con el peso se marca en la piel, las personas muestran su tristeza por el pasaje bíblico y otros enseñan a sus hijos, la importancia del sacrificio de Jesucristo.
En el templo de San Sebastián, situado en la calle del mismo nombre se lleva a cabo desde hace varios años, la única representación viviente del Vía Crucis en la ciudad y donde cientos de personas dan vida a todos y cada uno de los personajes de este pasaje bíblico.
Hombres y mujeres participan de manera voluntaria en una ceremonia que por su realismo ocasiona que muchos de los asistentes derramen alguna lágrima y otros guarden un silencio melancólico.
El momento culminante del recorrido llega cuando Jesús es clavado en la cruz que el mismo cargó en su camino al Calvario y donde termina por perder la vida, pero cumple con la voluntad de su padre.
La gente se retira en medio del silencio y la reflexión, algunos se dirigen a sus casas, otros a diversos lugares, pero todos con la dicha y tranquilidad de haber cumplido un año más de evocar la pasión y muerte de Jesucristo.