Preocupa al Icomos integridad del jardín
El proyecto original de la antigua sede de la Secretaría de Salud, en Reforma y Lieja, constaba de un edificio central con dos extremidades que “abrazaban” a la comunidad del México posrevolucionario con la promesa de salud y prosperidad.
Los croquis y planos de Carlos Obregón Santacilia mostraban, además, amplios espacios para un jardín central cuyo diseño art déco es uno de sus principales aportaciones arquitectónicas.
A pesar de que el edificio y sus áreas verdes sufrieron diversas modificaciones ajenas al proyecto del arquitecto, entre los años 2003 y 2004 recibió una restauración integral que dejó los jardines en un estado de conservación muy similar a lo dispuesto por el proyectista.
Ahora, sin embargo, las obras para convertir el inmueble en el Museo Nacional de la Salud comprometen su integridad de nuevo, pues los trabajos que se realizan en su interior apuntan a un cambio en su vocación.
Para Saúl Alcántara, presidente del Capítulo Mexicano del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), la idea de adecuar el recinto es buena, pero siempre y cuando se respeten elementos como el jardín.
“Me parece estupendo el museo, sin lugar a dudas yo creo que el uso es el óptimo, pero en la cuestión del jardín, del espacio abierto, también se puede llevar un museo de herbolaria, pero que sea un aspecto que salvaguarde las visuales consagradas por la memoria”, expone.
En lo poco que puede verse desde la calle, el jardín del inmueble está siendo intervenido con especies vegetales completamente ajenas al proyecto original, como arbustos de gran tamaño, que comprometen las visuales patrimoniales del espacio.
El tema de medicina tradicional y herbolaria que se prevé como parte de la museografía del museo podría extenderse a los jardines, con la introducción de plantas que no pertenezcan al contexto de la construcción del inmueble.
“Desconocemos quién está participando en ello, si realmente hay una guía botánica respecto al museo, desde el punto de vista de la vegetación. Pero las líneas del jardín son perfectas, está íntegro y debe permanecer esta autenticidad en la intervención porque, si no, estos valores se van a perder y va a ser un jardín urbano común y corriente”, lamenta Alcántara.
Para constatar el tamaño de la intervención, REFORMA llevó a cabo un vuelo con dron para tomar fotografías desde el aire, mismas que Alcántara juzga indicativas de una intervención invasiva en las áreas verdes.
“No puede ser un jardín etnobiológico, es un jardín artístico, es un jardín histórico y, como tal, debe ser preservado, y es de interés de la sociedad tener este patrimonio, que es un patrimonio de todos, que no se debe transgredir simple y sencillamente porque es un espacio abierto; es un jardín que tiene el mismo valor de la arquitectura”, concluye.