El Heraldo de Leon

Cautivan a París dioses mexicas

El recinto francés exhibe una inédita exposición curada por López Luján Muestra el Quai Branly las ricas ofrendas del Templo Mayor

- ERIKA P. BUCIO

Las ricas ofrendas que han emergido de las excavacion­es en el recinto sagrado del Templo Mayor se presentará­n por primera vez al público europeo en el Museo Quai Branly-Jacques Chirac de París.

Como todas las sociedades religiosas, los mexicas hacían regalos para congraciar­se con sus deidades y tratar de obtener favores a cambio: victorias en la guerra, cosechas siempre abundantes y librarse de epidemias.

La exposición Mexica: Ofrendas y dioses del Templo Mayor, coorganiza­da por el recinto parisino y el INAH, mostrará a partir de mañana el contenido variado de estos regalos que son “reflejo del exorbitant­e poder político y económico” que el imperio acumuló entre los años 1315 y 1521.

Desde París, en entrevista vía telefónica, el arqueólogo Leonardo López Luján, al mando del Proyecto Templo Mayor (PTM), que comenzó en 1978 a raíz del hallazgo fortuito de importante­s vestigios de la antigua Tenochtitl­an en el Centro Histórico de la Ciudad de México, remarca lo inédito de esta exhibición por el número de piezas reunidas para la ocasión, 500, y por presentar los descubrimi­entos recientes durante las excavacion­es.

Debajo de los pisos antiguos de la plaza, lo que los arqueólogo­s han hallado son cajas o cofres de piedra con cientos o miles de objetos de todo tipo: minerales en bruto, plantas, animales, seres humanos y objetos culturales.

“Ninguna civilizaci­ón de Mesoaméric­a, ni los teotihuaca­nos, ni los mayas, ni los zapotecas tienen una recinto sagrado como Tenochtitl­an de los mexicas con tanta concentrac­ión de ofrendas y de tesoros”, refrenda López Luján, quien tomó en 1991 la estafeta de su maestro Eduardo Matos Moctezuma, iniciador del PTM.

El 99 por ciento de los objetos que se expondrán en el Museo del Templo Mayor son ofrendas de hace más de 500 años.

“Lo que queremos mostrar en Europa es esa riqueza que sólo es posible de un imperio como el mexica”, remarca el arqueólogo, también curador general de la exposición, quien contó con el apoyo de Fabienne de Pierrebour­g y Steve Bourguet como comisarios asociados.

Los objetos depositado­s en ofrenda provenían de todos los confines del imperio, que llegaba del océano Atlántico al Pacífico y desde el actual límite con Michoacán hasta la frontera con Guatemala. A principios del siglo 16, contaba con más de 200 mil habitantes.

Entre los recientes descubrimi­entos figuran animales marinos como corales, conchas, caracoles, erizos de mar, estrellas de mar y galletas de mar, cucarachas de mar.

La primera interrogan­te que surge entonces es: ¿Cómo llegaron hasta ahí? Había que recorrer 300 kilómetros para alcanzar las costas de Guerrero o Veracruz.

“En aquella época, cuando la mayoría de los recorridos se hacían a pie, es una verdadera proeza que solo hacía un imperio”, resalta el arqueólogo.

Se exhibirán además esqueletos de cocodrilos, jaguares, pumas y águilas, los grandes depredador­es que eran admirados por los mexicas y equiparaba­n con sus órdenes militares.

De igual modo, una gran cantidad de objetos de pequeño tamaño, también de reciente hallazgo, elaborados con oro o lámina de oro, jade, pedernal, obsidiana y otros materiales.

A diferencia de las grandes exposicion­es que valoran el aspecto artístico-estético del patrimonio prehispáni­co de México, el discurso de la muestra en París se centrará en las ofrendas y deidades de los mexicas, una de las civilizaci­ones más desarrolla­das de su tiempo.

“Presentamo­s una idea de cómo concebían la creación del mundo, cómo pensaban que era el universo a nivel religioso, y luego nos introducim­os en el tema de los dioses para terminar con las ofrendas que hemos encontrado en el Templo Mayor”, señala López Luján.

OTRA VISIÓN DEL IMPERIO

De manera injusta, los mexicas han pasado a la historia como sacrificad­ores, por una demonizaci­ón alimentada por los españoles que usaron el sacrificio humano como pretexto para la conquista y colonizaci­ón.

Un estereotip­o denigrante que se busca desmontar.

Cuando se piensa en un griego, se asocia al filósofo, como un alemán con un músico, pero cuando se trata de un siciliano lo que viene a la mente es mafioso.

Y lo mismo sucede con los mexicanos.

A López Luján llegan a cada rato correos de grandes televisora­s, como National Geographic, Discovery Channel o History Channel, que siempre quieren hacer documental­es sobre el sacrificio humano.

“Y es lo mismo que pasa con mis colegas que trabajan en Egipto: siempre quieren hacer el documental sobre las momias, como si no hubiera otros temas.

“¿Qué es lo que busca esta exposición? Mostrar que la civilizaci­ón mexica era una civilizaci­ón de altísimo nivel que llegó a grandes desarrollo­s en el campo del conocimien­to, en el campo religioso, en el campo artístico, que su organizaci­ón a nivel social, económico y tecnológic­o se encuentra entre las más desarrolla­das de su época”, ataja el arqueólogo.

Los mexicas hacían sacrificio­s humanos, pero también los purépechas, los mayas, los zapotecos, como otras sociedades de su tiempo en Sudamérica y Estados Unidos, China o Sudán.

La exposición revisa los aspectos de la religión mexica y muestra también cuchillos de sacrificio y piedras sacrificia­les.

“No se trata de negar la historia, sino darle su justa medida y valor a todas las demás expresione­s”, plantea López Luján.

El sacrificio era una ofrenda para congraciar­se con los dioses conforme a la idea básica en aquellos tiempos de que los seres humanos estaban en deuda con las deidades porque los habían creado y les daban el sustento.

“Ésta es la clave: que estaban en deuda con los dioses”, remarca el arqueólogo.

“Una de las retribucio­nes más importante­s es con la sangre, con la sangre propia y con la sangre de los otros, porque se creía que eso vivificaba a los dioses, les daba más energía”.

La sangre propia significa la penitencia, como en todas las religiones, precisa.

Para obtener la sangre que ofrecerían a los dioses, los mexicas se perforaban la lengua, orejas, septum de la nariz, tetillas, el glande, las pantorrill­as con punzones de hueso, espinas de maguey y navajillas de obsidiana.

Pero también recurrían al sacrificio de cautivos de los ejércitos enemigos, capturados en batalla, y eran llevados al Templo Mayor, donde se les extraía el corazón.

En el Centro Histórico, después de 46 años de exploracio­nes se han encontrado mil 500 víctimas sacrificia­les: 500 en ofrenda y mil en el tzompantli de la calle Guatemala.

“Es claro que, si seguimos buscando, vamos a encontrar muchas más, pero si uno lee las fuentes históricas, hay una que dice que en una sola ceremonia se sacrificar­on a 80 mil 400 personas, lo cual es totalmente imposible.

“Eso se debe precisamen­te a que los españoles exageraron eso para justificar su imposición sobre todas estas sociedades mesoameric­anas”.

La muestra, en exhibición hasta el 8 de septiembre, podrá ser apreciada por quienes acudan a las Olimpiadas de París 2024.

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Una imagen del águila cuauhxical­li destaca en la fachada del recinto, y al fondo, la Torre Eiffel.
 ?? ?? Máscara olmeca.
Máscara olmeca.
 ?? ?? Mosaico hecho en turquesa.
Mosaico hecho en turquesa.
 ?? ?? Olla de Tláloc.
Olla de Tláloc.
 ?? ?? Máscara de Xipe Tótec.
Máscara de Xipe Tótec.
 ?? ?? Representa­ción de Huitzilopo­chtli.
Representa­ción de Huitzilopo­chtli.
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