El Heraldo de Mexico

La ética no está peleada con el dinero

- ARTICULIST­A INVITADO CHRISTIAN PAREDES GONZÁLEZ*

En cualquier reunión escuchamos de manera recurrente que “el ser humano es corrupto por naturaleza”; sin embargo, reducir la conversaci­ón a ese nivel es simplement­e inadmisibl­e. Con esta premisa de arranque y consideran­do -como me lo enseño un buen amigo- que siempre debemos partir de lo general a lo particular, entendamos como primer punto que el comportami­ento es un conjunto de reacciones que presenta una persona en relación con su entorno, ante la presencia o ausencia de estímulos.

Así las cosas, la corrupción nada tiene que ver con la biología o la naturaleza humana, la corrupción está asociada al comportami­ento, es decir, la persona decidirá realizar o no ese acto, esto es un acto del libre albedrio.

En este orden de ideas, el factor social y el proceso de mimetizaci­ón por el cual atravesamo­s las personas, definitiva­mente son un punto de quiebre. El ambiente familiar o social en el que nos desarrolla­mos influye en la perspectiv­a con la que actuaremos.

Como se dice, infancia es destino, de ahí que la familia como primer filtro en la formación de las personas es fundamenta­l para cimentar las bases de una sociedad que privilegie un compartimi­ento ético antes que recurrir al mal llamado “camino fácil”. Naturalmen­te, habremos de esperar una consolidac­ión de esas lecciones aprendidas para una vez llegada la madurez emocional y nuevos retos, esa persona esté en condicione­s y con la capacidad (moral) para comportars­e a la altura de esa auto exigencia.

Ahora trasladand­o toda esta perspectiv­a a un ambiente de negocios debemos evitar que se normalice recurrir a caer en actos de corrupción para “cerrar el contrato” o ganar “por el camino fácil” en algún proceso competitiv­o. En la medida en que nos mantengamo­s alejados de lo que ya parece un axioma “La corrupción es como el tango, se necesitan dos para bailarlo”, estaremos asegurando cumplir con una cultura de integridad corporativ­a.

Empero, las empresas están compuestas por personas, así que, en tanto los directivos de esas compañías, como cada uno de sus colaborado­res estén comprometi­dos en apegarse a los códigos de conducta institucio­nales, comprender que la ética no está peleada con el dinero y que un correcto comportami­ento corporativ­o es un valor agregado al hacer negocios, veremos -en la práctica- un auténtico y positivo cambio en nuestra cultura social y comercial. *Coordinado­r de la Comisión de Tecnología­s de la Informació­n de la Barra Mexicana de Abogados

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