A medida que los dispositivos tecnológicos y las plataformas digitales alcanzan nuevos territorios, la humanidad comienza a mutar en formas de entenderse
“Lo que muchos padres de familia no vieron es que paralelo a sus reclamos se encuentran vacíos emocionales y una honda limitación cognitiva”.
El avance de la tecnología y el fortalecimiento de la era digital junto a la propagación de nuevas formas de comunicación en el mundo de la actualidad son caminos aún desconocidos para la humanidad. Pareciera que a medida que los dispositivos tecnológicos y las plataformas digitales alcanzan nuevos territorios, la humanidad comienza a mutar en formas de entenderse y significarse a sí misma.
Este último componente es importante, debido a que la resignificación de sus identidades colectivas ya no forman maneras de asociacionismo, como en el pasado, sino todo lo contrario, dividen a las personas, causan estrés, ansiedad y depresión.
En medio de este contexto, el 31 de enero, en el senado de Estados Unidos, directores de redes sociales como Meta, TikTok, X y otras plataformas, se presentaron ante la Comisión de Asuntos Jurídicos de la cámara alta, para testificar en un momento en que legisladores y padres de familia se han mostrado cada vez más preocupados por los efectos de las redes sociales en las vidas de los jóvenes.
La audiencia comenzó con testimonios grabados de niños y padres que aseguraron que ellos o sus hijos fueron explotados en las redes sociales. A lo largo de la sesión, padres cuyos hijos se quitaron la vida, sostuvieron en silencio fotografías de sus hijos fallecidos. Legisladores y padres de familia empezarían esta sesión con comentarios impactantes: “Son responsables de muchos de los peligros que nuestros niños enfrentan en línea. El no invertir adecuadamente en confianza y seguridad ha puesto a nuestros hijos y nietos en riesgo”. Pero uno de los momentos más significativos del encuentro fue cuando se le preguntó al dueño de Meta si habían compensado el daño de una de las víctimas.
“No lo creo”, respondió Zuckerberg. “Aquí hay familias de las víctimas”, continuó el senador Hawley. “¿Le gustaría disculparse con ellas?”.
Zuckerberg se puso de pie, se alejó del micrófono y de los senadores, y se dirigió a los padres. “Lamento por todo lo que han pasado. Nadie debería pasar por las cosas que han sufrido sus familias”.
Lo que muchos padres de familia y representantes de la sociedad civil no vieron, es que paralelo a sus reclamos hacia los dueños de las redes sociales y las ganancias que sus compañías han hecho por medio del consumo indiscriminado por parte de los niños y adolescentes, también se encuentran vacíos emocionales y una honda limitación cognitiva que las nuevas generaciones en aquel país sufren a consecuencia de lo que algunos analistas ya califican como la decadencia de la sociedad.
Muchas son las lecciones que al mundo arrojan este tipo de ejercicios entre sociedad y gobierno, pues lo más fácil es echarle la culpa de todos los males a las compañías trasnacionales que siempre buscan lucrar con el comportamiento humano.
Hasta donde se pueda apreciar, el papel de cualquier autoridad gubernamental es dar certezas respecto al bienestar colectivo, a partir de la actualización y el establecimiento de normas tendientes al respeto de las identidades colectivas e individuales, así como de los bienes de las personas y la manera de relacionarse entre ellas, pero el componente más importante de cualquier clase de sociedad es formar a sus nuevas generaciones con principios, valores y componentes cognitivos y conductuales, que les permitan discernir de mejor manera entre la superficialidad y la vaguedad del mercado y las verdaderas relaciones humanas.