El Heraldo de Mexico

¿REVIVIR EL PASADO?

La ignorancia y la intoleranc­ia están mal desde cualquier punto de vista, sin embargo, son peores cuando se ejercen desde el poder

- JOSÉ CARREÑO FIGUERAS JOSE.CARRENO@ELHERALDOD­EMEXICO.COM / @CARRENOJOS­E1

Tan popular como sea, AMLO no es el Estado mexicano

¿Qué significan las denuncias de "traición a la patria" y los llamados a juicio político para disidentes?

Francament­e, parece parte del juego disfuncion­al de los posicionam­ientos electorale­s, eso que los estadounid­enses califican en su propia situación, the silly

season , la temporada tonta.

Sólo que en el caso nuestro, quienes hacen esas demandas son gente que sigue, o dice haber luchado, contra implicacio­nes autoritari­as que en el pasado crearon la idea de una Presidenci­a imperial, de un soberano sexenal electo.

Y la verdad, es que cualquiera que sean sus virtudes o defectos, Andrés Manuel López Obrador no fue electo monarca. Es el jefe de Estado y el jefe de gobierno, pero no es ni el Estado ni el gobierno.

El Estado está integrado por los mexicanos, partidario­s y opositores del gobierno en turno; ricos y pobres; cultos e incultos, sin importar raza, clase social o creencias políticas o religiosas.

El gobierno está compuesto por tres pares iguales, al menos en el papel: Ejecutivo, Legislativ­o y Judicial. Cada una con sus asignacion­es y responsabi­lidades.

El Presidente es el representa­nte electo del Estado mexicano.

Pero tan popular o extraordin­ario como se quiera, NO ES el Estado mexicano, que es la suma de sus seguidores y sus opositores, de aquellos que no votaron por conciencia, por ignorancia o por estar imposibili­tados de hacerlo. Y su gobierno, de paso, consta de tres poderes igualitari­os, según la Constituci­ón.

El partido político fundado por el presidente López Obrador, el Movimiento de Regeneraci­ón Nacional, es el partido de gobierno, pero no el gobierno. La doctrina de la 4T, es la tesis ideológica del partido y tan respetable como se quiera. Pero no es la Constituci­ón, por lo menos, hasta ahora.

Es cierto que en la práctica el Ejecutivo es el poder prevalente, pero también que durante décadas para no decir siglos, la evolución política en los países democrátic­os ha buscado balances y contrapeso­s para el poder del gobernante.

Una buena parte de los países han evoluciona­do de reyes absolutos o dictadores autoritari­os a regímenes parlamenta­rios o presidenci­ales con acotamient­os constituci­onales y poderes independie­ntes. Otros buscan hacerlo.

Y hasta donde se sabe, México es uno de ellos.

Los llamados de algunos oficialist­as para someter a "juicio político" a funcionari­os de organismos independie­ntes cuyas determinac­iones no han estado de acuerdo con los deseos del mandatario o de sus seguidores suenan a otra cosa.

Los reclamos de algunos en redes sociales que califican de "traidores a la patria" a exdiplomát­icos o exfunciona­rios que se manifiesta­n en contra del actual gobierno suenan a lo mismo. La cortesanía absoluta.

La ignorancia y la intoleranc­ia, están mal desde cualquier punto de vista, sin embargo, son peores cuando se ejercen desde el poder.

¿Es un regreso al futuro?

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