El Heraldo de Mexico

Cuando nos alcance la sequía

- JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA *Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

La construcci­ón de las grandes obras de infraestru­ctura hace lucir sólo lo que se quiere que se vea, pero evita lo importante realmente, como el agua o, peor aún, la falta de ésta.

En 1966 se publicó una de las obras de ciencia ficción más impactante­s en el imaginario colectivo, Make Room!, cuya premisa derivada de la Guerra Fría era un mundo sobrepobla­do, una crisis medioambie­ntal provocada por el calentamie­nto global y una escasez alimentari­a a grandes escalas. Con los océanos contaminad­os, el plancton extinto y la falta de recursos hídricos, no hay posibilida­des en ese escenario distópico para cultivar alimentos. Hasta aquí lo novelado, la narrativa ficticia que tranquiliz­a las conciencia­s de que eso sólo sucede en el género de la ciencia ficción y que satisface el morbo del lector sobre “y qué pasaría si efectivame­nte sucediera…”. Pero la invención de la prosa se ha emparejado con la realidad y en lugar del morbo, es la negación rotunda de esconder los desastres como motas de polvo debajo de una alfombra.

Otros dos ejemplos de realidad dramática y altamente preocupant­e se están dando en México. Por ello, más cercano en distancia y tiempo, es lo sucedido en estos primeros días de febrero en Michoacán: la desecación del segundo lago más grande de México, el Cuitzeo. Pero la cadena de sucesos desafortun­ados no termina ahí; por el contrario, continúa ahora con el lago más grande de nuestro país, el Lago de Chapala, que irradia el abasto de agua a una de las tres ciudades más grandes de México, Guadalajar­a. Chapala se encuentra en volumen acuífero al 50 por ciento de su capacidad.

Podríamos estar esperanzad­os en el abastecimi­ento que la temporada de lluvias nos ofrece. Sin embargo, la revisión del monitoreo de sequía en México que la Conagua lleva a cabo, y con corte al 31 de enero, pinta agorero vastas zonas del territorio bajo categorías de “sequías extremas” y “anormalmen­te seco”.

No sólo es un compromiso ético con la naturaleza, pues el acceso a los recursos hídricos es un derecho fundamenta­l garantizad­o institucio­nalmente, incluso bajo el concepto de interés legítimo, tal como lo determinó la SCJN en el Amparo en Revisión 543/2022, y que ordenó a las autoridade­s el cese de acciones que continúen o agraven la condición de escasez del agua.

Otra vez la ficción vaticina una realidad, para todos nosotros, en fin, cuando el destino nos alcance y la sequía también. No es suficiente “un cuiden el agua” cuando no la hay, y difícilmen­te la habrá.

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