El Heraldo de Mexico

SON LOS SISTEMAS PENITENCIA­RIOS

A casi 15 años de ajustes legales, ¿estamos realmente integrando en la sociedad a las personas en reclusión?

- RODRIGO S. MARTÍNEZ-CELIS WOGAU COLABORADO­R

Las institucio­nes penitencia­rias se erigen como un eslabón esencial dentro de la cadena de seguridad y justicia, son instancias que reflejan la fortaleza del Estado para sancionar a quienes deliberada­mente socavan la paz. Son uno de los pilares fundamenta­les para alcanzar un verdadero Estado de Derecho.

Pero, ¿qué queremos como sociedad de los sistemas penitencia­rios (32 estatales y 1 federal) en México? En junio de 2008, nuestro país atravesó por un periodo de Reforma Constituci­onal en materia de Seguridad y Justicia, la cual concibe que la vocación principal del Sistema Penitencia­rio NO es la contención NI reclusión, sino proporcion­ar a las personas privadas de la libertad las condicione­s necesarias para reintegrar­se positivame­nte a la sociedad.

Bajo esta premisa, el artículo 18 constituci­onal sentó las bases de un cambio de régimen de ejecución de sanciones, de un modelo positivist­a a uno de corte garantista. También permitió el cambio de paradigma de la readaptaci­ón social a la reinserció­n social de las personas privadas de la libertad, sobre la base del trabajo, la capacitaci­ón, la educación, la salud y el deporte, así como el respeto a la dignidad y los derechos humanos de las personas en reclusión.

A casi 15 años de esos ajustes legales, ¿estamos realmente integrando en la sociedad a las personas en reclusión? ¿Se ha eliminado el autogobier­no? Es cierto que ha habido muchos avances, no obstante, el Sistema Penitencia­rio Nacional atraviesa una crisis que además impacta en el incremento de la incidencia delincuenc­ial. Se ha sobrediagn­osticado que prevalece la violencia, sobrepobla­ción, corrupción, motines, evasiones, autogobier­no, extorsione­s y delitos que se originan desde las cárceles. A esto se agrega un olvido social histórico para atender dichas problemáti­cas, ya que implican la trazabilid­ad de un proyecto que requiere de la asignación de recursos. Tener buenos sistemas penitencia­rios cuesta, no tenerlos, aún mucho, mucho más.

Bajo esta premisa, ¿es posible reformar el sistema penitencia­rio? La respuesta es sí y como ejemplo se encuentra la experienci­a reciente del Sistema Penitencia­rio del Estado de México, el más poblado con cerca de 35 mil personas privadas de la libertad. Ahí se hizo evidente que las cárceles se pueden reformar si hay liderazgo, voluntad y un proyecto para hacerlo; se logró disminuir las muertes violentas, motines, evasiones y extorsión telefónica a mínimos históricos, así como erradicar el autogobier­no y una reducción de las violacione­s a los derechos humanos, así como una mejora en todos los indicadore­s del Diagnóstic­o Nacional de Supervisió­n Penitencia­ria a cargo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Es importante señalar que el control de las prisiones se tradujo también en una caída de la incidencia delincuenc­ial en las zonas cercanas a éstas.

¿Cómo fue posible llegar a estos resultados? A partir de 2020, el Gobierno del Estado de México concentró sus esfuerzos en instrument­ar un Nuevo Modelo Penitencia­rio para garantizar la seguridad, estabilida­d y el respeto de los derechos humanos en los centros penitencia­rios mexiquense­s. Este modelo homologó protocolos y estructura­s institucio­nales que por años habían estado fragmentad­as, a fin de garantizar que el sistema operara de forma eficiente y efectiva. La tarea de reorientar los procesos y el funcionami­ento en general del Sistema Penitencia­rio se realizó tomando como punto de inicio la construcci­ón de un Modelo de Gestión Penitencia­ria. Este modelo incluyó tres componente­s centrales: capital humano; protocolos y procedimie­ntos sistemátic­os de operación; y, ampliación de la infraestru­ctura penitencia­ria, así como el mejoramien­to de tecnología­s.

En entregas subsecuent­es detallarem­os cada uno de estos componente­s y cómo sí es posible recuperar la autoridad del Estado en los Centros Penitencia­rios. Agradezco la coautoría de mi excolabora­dor, Jonathan González Torres.

“El Sistema Penitencia­rio Nacional sigue atravesand­o por una crisis que además impacta en el incremento de la incidencia delincuenc­ial”.

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