FRONTERAS EDUCATIVAS PARA NIÑOS MIGRANTES
Los niños, migrantes o no, tienen el deseo y el derecho de adquirir los conocimientos que necesitan
dio cuenta de que carecían de los conocimientos más elementales.
“Había una niña de 9 años —cuenta— que no sabía leer ni escribir ni sumar ni restar ni nada; la puse a escribirme los números porque me dijo que sí se los sabía… y todos chuecos”. Otra niña, de 13 años (“la mejor de todos”), sabía sumar, pero las restas de dos dígitos se le complicaban. También sabía multiplicar con las tablas; dividir, no. Tenía seis meses sin ir a la escuela.
Estos casos no son meramente anecdóticos. Según la Unesco, en América Latina y el Caribe alrededor de 3.7 millones de niños y adolescentes están desplazados o en movimiento y, por tanto, se han visto obligados a interrumpir sus estudios. Este obstáculo se suma a una trayectoria educativa de por sí accidentada, con carencias académicas preexistentes que sólo se profundizaron con el cierre de las escuelas durante la pandemia.
¿Qué pasará con esas niñas y niños cuando lleguen a su destino? No sólo tendrán que adaptarse a una cultura diferente, sino que tendrán que aprender a leer y escribir en un idioma ajeno cuando ni siquiera saben hacerlo en el propio.
A pesar de actitudes generalmente positivas hacia el aprendizaje, reporta la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que el rendimiento de los estudiantes migrantes en matemáticas, lectura y ciencias suele ser más bajo que el de sus compañeros y, en consecuencia, tienen más probabilidades de reprobar y abandonar sus estudios.
Los niños migrantes también tienen un acceso más limitado a una educación de calidad. Es cierto que corresponde a los países receptores diseñar políticas que cierren las brechas educativas entre migrantes y no migrantes, pero ello no exime a los países expulsores de su responsabilidad.
Los niños, migrantes o no, tienen el deseo —y el derecho— de adquirir los conocimientos que necesitan para enfrentarse al mundo, independientemente de las fronteras. Para frustración de muchos, ese deseo permanece insatisfecho.