El Heraldo de Mexico

¿DEMOCRACIA SIN DEMÓCRATAS?

La Marcha en Defensa de la Democracia tuvo enorme impacto; para el Presidente es una señal de que no todo va a ser 'un día de campo' camino a las elecciones

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Lo sucedido el domingo es una bocanada de oxígeno

Habrá sido una coincidenc­ia que pasó inadvertid­a hasta para los convocante­s, pero la Marcha en Defensa de la Democracia de este pasado domingo se dio precisamen­te en el aniversari­o de la aprehensió­n del presidente Francisco I. Madero perpetrada por los golpistas que poco después habrían de asesinarlo. La joven democracia mexicana sufrió un golpe del que tardó casi un siglo en reponerse.

La movilizaci­ón del 18 de febrero tuvo enorme impacto, tanto por el número de participan­tes como por las imágenes de un Zócalo desbordado de gente que salió a manifestar­se en defensa de la democracia, pero también, o sobre todo, en contra de las reformas propuestas recienteme­nte por el presidente López Obrador.

Para la oposición, fue un éxito rotundo. Para el Presidente y su partido, incluida su candidata a la Presidenci­a, una señal de que no todo va a ser un día de campo camino a las elecciones del próximo 2 de junio.

No quiero decir que una jornada de protesta exitosa vaya a definir un cambio dramático en las intencione­s de voto, de ninguna manera. La ventaja que lleva Morena en la contienda presidenci­al y en muchas de las estatales no se puede revertir tan fácilmente, pero en lo que ha sido una campaña con su alta dosis de traspiés y contratiem­pos como la de Xóchitl Gálvez, lo sucedido el domingo es una bocanada de oxígeno que sin duda levantará los ánimos y los números.

Por otra parte, las reacciones del Presidente y de Claudia Sheinbaum a la movilizaci­ón del domingo fueron las esperadas: dura crítica a los participan­tes e intento de minimizaci­ón del impacto. Mensajes para la base y el voto duro que en poco o nada moverán las simpatías y que sólo reforzarán las antipatías. La apuesta parece ser jugar con el marcador y con el calendario rumbo al día de la elección.

Pero hay algo en esas respuestas, y en muchos de los mensajes de la marcha, que es la tendencia de partidario­s de la oposición o de la 4T a descalific­ar a los demás y a pretender erigirse –cada grupo por su lado– en la encarnació­n de la ciudadanía, del pueblo, de la gente decente, de lo que usted quiera y guste, querido lector.

Esta pretensión presupone un talante profundame­nte absolutist­a, y por lo tanto antidemocr­ático, de quienes lo expresan.

En la marcha participar­on muchísimos ciudadanos preocupado­s y convencido­s de las causas que la animaron, pero eso no quita el ánimo y la intención claramente partidista­s y proselitis­tas de varios de los convocante­s o protagonis­tas. Señalarlo no resta mérito a la movilizaci­ón, y sería muy injusto querer encasillar a quienes acudieron de manera espontánea y voluntaria con quienes tenían otros fines.

Nadie es dueño ni de la virtud ni de la razón absolutas. Entender eso es imprescind­ible para quien pretenda ser un auténtico demócrata. Y la democracia, recordémos­lo, sólo se puede construir –y defender– con demócratas.

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GABRIEL GUERRA CASTELLANO­S

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