El Heraldo de Mexico

LA MARCHA DE LOS GÜEROS Y LOS CERTIFICAD­OS DE POBREZA

Hay demasiados blanquitos que se resisten a aceptar que esto ya cambió. Que el triunfo de la Cuarta es, sobre todo, un triunfo ético, sociológic­o

- depita JULIOPATAN­0909@GMAIL.COM @JULIOPATAN­09

Ser pobre de origen es visto como una cosa súper buena

De todos los logros de la Cuarta Transforma­ción de la Vida Pública, al Doctor Patán el que más le emociona es el del cambio profundo en las conciencia­s, en las almas. ¿Qué almas? Ese es el punto.

No en las del pueblo bueno, que desde un principio, con su humildad, su gratitud y su instinto para identifica­r a un líder histórico, supieron llevar al poder al Segundo Presidente Más Popular del Mundo como quien lleva en hombros el trono de un faraón. No.

El Doctor Patán se refiere a las almas de las clases medias, que un día voltearon hacia el cambio y, en un comprensib­le afán de pertenenci­a, dijeron: “No mames. Me tengo que buscar un certificad­o de pobreza”.

Sí: ser pobre de origen, gracias al Motor del Cambio Moral, es visto como una cosa súper buena, así que hay que exprimir la propia biografía hasta encontrar algo.

Idealmente, un papá que chambeó repartiend­o periódicos mientras mamá planchaba ajeno; si no, un abuelo campesino, o de perdida un bisabuelo explotado en la maquila del Porfiriato. Algo. Esto, en términos de —me decido por fin a usar esta palabra, a ver si así me cae algún free lance bien pagado— narrativa, trajo algunos problemas.

Ante todo, el Doctor Patán tiene que decirlo, una espeluznan­te cursilería. ¿Escribes todas las semanas en un periódico por una buena lanita? Usa la columna para obtener el certificad­o. “Recuerdo cómo me sujetaban amorosamen­te las manos agrietadas de mi abuela cuando regresaba de deshojar el maíz, mientras mi abuelo se embriagaba con los capataces blancos en un afán inútil de aceptación”.

¿El neoliberal­ismo te becó en la Ivy League?: “Mi madre se las arregló para criarme junto con mis cuatro hermanos mientras lograba poner comida en la mesa.

Hoy, apenas puede ver mi rostro, con los ojos nublados para siempre por el esfuerzo de coser la ropa de hombres poderosos”.

Sí: hay mucha cursilería en esas “narrativas”, y también ciertos problemas de rigor, como que la columnista con la abuela de los elotes nació en la Ciudad de México, donde el pozole se hace normalment­e con productos de Walmart, o que hace décadas que el heteropatr­iarcado tira la ropa descosida y compra nueva, o que es difícil pagar a punta de remiendos un en la Narvarte.

Aun así, la vocación de cambio se aprecia y sobre todo se admira. Ese saco de Massimo Dutti nunca se vio tan humilde.

El único problema de fondo que encuentra el Doctor Patán, que por su parte sigue a la busca de su certificad­o (se aceptan sugerencia­s), es que, a juzgar por la gigantesca marcha de güeros del otro día, la transforma­ción no ha calado suficiente­mente en la burguesía.

Hay demasiados blanquitos que se resisten a aceptar que esto ya cambió. Que el triunfo de la Cuarta es, sobre todo, un triunfo ético; sociológic­o, si quieren.

A ver si no nos pasa factura en la próxima elección.

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