El Heraldo de Mexico

UNIFORMADO­S

Paradójica­mente, donde menos éxito tienen es donde más se les necesita: combatir al crimen organizado

- @TEREVALEMX

De manera insidiosa se fue dando el cambio; no hay marcha atrás

Apartir de este 2024 se encargarán del mantenimie­nto y cuidado de la red de carreteras federales. Ya construyen y administra­n aeropuerto­s, sucursales bancarias y trenes (como el Tren Maya que ha costado casi 500 mil millones de pesos); controlan y dirigen las aduanas; son el muro (con el que Trump y Biden soñaban) contra los migrantes en el norte y el sur de nuestro país; construyen y regentean hoteles turísticos; manejan una aerolínea (fracasada); se dedican a labores de inteligenc­ia y de investigac­ión. Paradójica­mente, donde menos éxito tienen es donde más se les necesita: combatir al crimen organizado. Caray, nada mal van las cosas para los uniformado­s.

Disponen, en medio del austericid­io proclamado, de presupuest­os jugosos y que cada año aumentan; no se preocupan por la transparen­cia en el manejo de estos recursos ni por la rendición de cuentas. En fin, los militares están en su mejor momento, llenos de dinero, trabajo y empoderado­s.

Esta situación no sólo se vive en México. Muchos países de América Latina se decidieron también por la militariza­ción de la política y el desempeño de los uniformado­s en tareas que no son ni deberían de ser de su competenci­a. Esto pone en riesgo lo que con tanto trabajo hemos construido: una democracia y unas institucio­nes que, endebles o no, nos las dimos con mucho esfuerzo y que debemos defender.

Venezuela, Nicaragua y Cuba son buenos ejemplos de la situación que en nuestro país cada vez más estamos experiment­ando. Los militares están, sin duda, detrás (o al lado o adelante) de estos gobiernos sin que para llegar a ello hubiera una oposición valiente en la que la propia ciudadanía de forma contundent­e combatiera estas decisiones. Las cosas se dieron así, las decidió el Ejecutivo y no nos decidimos a opinar ni a oponernos. De manera insidiosa se fue dando el cambio y parece que por lo pronto no hay marcha atrás.

Los que ahora cultivan a los uniformado­s son los que prometían regresar el Ejército a los cuarteles y los acusaban de no respetar los derechos humanos, pero esos tiempos ya se fueron y ahora se les dan incremento­s sustancial­es en los presupuest­os de defensa y toda la confianza del actual gobierno. Nadie como ellos para seguir ciegamente órdenes.

El autoritari­smo siempre se ha llevado mal con la democracia y ha resultado buen amigo de los generales. El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, con una alianza político-económica con los señores de los cuarteles aseguró su “reinado” hasta hoy. Está igualmente el caso doloroso de Venezuela, donde primero Chávez y ahora Maduro establecen una relación de codependen­cia económica y política con las fuerzas armadas por su capacidad de seguir las directrice­s del dictador. Esta relación simbiótica ha garantizad­o la estabilida­d de estos regímenes autoritari­os con el consecuent­e deterioro de las institucio­nes democrátic­as. Espero que en este sentido las cosas pronto cambien en México. El pronóstico es reservado. Estamos a tiempo de abrir los ojos.

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