DOS AÑOS DE GUERRA
El alto costo humano subraya la brutalidad del conflicto y la necesidad de hallar soluciones pacíficas
Mañana se cumplen dos años del estallamiento formal de la guerra entre Rusia y Ucrania. Lo que se presupuestaba en una invasión rápida y efectiva por parte de Putin, ha entrado en su tercer año con devastadoras consecuencias humanitarias y geopolíticas. Las cifras de muertes, tanto militares como civiles, han sido alarmantes, aunque también son una caja negra, pues los números exactos son difíciles de verificar debido a la naturaleza del conflicto, se estima que los muertos se cuentan por decenas de miles. Este alto costo humano subraya la brutalidad del conflicto y la urgente necesidad de encontrar soluciones pacíficas.
Asimismo, el número de desplazados también ha alcanzado proporciones críticas, con millones de ucranianos forzados a abandonar sus hogares buscando seguridad. Esta crisis de desplazados no sólo es una tragedia humana sino que también pone presión en los países vecinos y en toda Europa, desafiando sus capacidades de acogida y sus políticas de asilo. A todo esto se debe sumar las crisis alimentaria, económica y energética que el conflicto bélico origina en todo el planeta.
Sin embargo, en todo 2023 la guerra en Ucrania entró en un impasse, pues respecto al territorio ocupado, las fuerzas rusas han establecido control sobre áreas significativas de Ucrania, incluidas partes de las regiones de Donetsk y Luhansk, así como Crimea (anexionada en 2014), no se han movido nada, las trincheras y ocupaciones de ambos lados se conformaron en 2022.
La ocupación ha alterado el mapa político de la región y ha planteado serios desafíos para la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, aunado al conflicto en Medio Oriente, lo cual hace diversificar los apoyos de Occidente al gobierno de Zelensky.
Las posturas de Vladimir Putin y Volodymyr Zelensky han sido diametralmente opuestas a lo largo del conflicto. Putin ha defendido las acciones de Rusia como necesarias para proteger los intereses de seguridad de su país, con la retórica de que es una lucha entre Rusia vs. Occidente y que -de fondo- es para apoyar a las poblaciones de habla rusa en Ucrania. Por otro lado, Zelensky y su experiencia actoral ha exhortado a todos los países occidentales a unir esfuerzos en pro de Ucrania, a formalizar su ingreso en la OTAN (que no se logrará) y a señalar a su malvado enemigo. Zelensky durante estos dos años se ha consolidado como un símbolo de resistencia.
La evolución del conflicto en 2024 es incierta, pero es evidente que la guerra ha entrado en una fase crítica, los esfuerzos diplomáticos han sido insuficientes para alcanzar una solución pacífica, y la escalada militar sigue siendo una amenaza palpable. El futuro dependerá en gran medida de la voluntad política de ambas partes para comprometerse en negociaciones serias, así como de la capacidad de la comunidad internacional para mediar eficazmente y presionar por la paz.
Así, la guerra entre Rusia y Ucrania ha tenido consecuencias desastrosas, no sólo para los involucrados directamente sino también para el orden internacional. La historia juzgará cómo el mundo respondió a esta crisis, y es nuestro deber colectivo trabajar incansablemente a la paz.
“La guerra entre Rusia y Ucrania ha tenido consecuencias desastrosas, no sólo para los involucrados sino para el orden internacional”.