El Heraldo de Mexico

LO QUE NO SE DIJO EN LA COMPRA DE LA SALINERA

Guerrero Negro era el negociazo de Mitsubishi y de un grupo político que ventajosam­ente sacaba beneficios a costa de la quiebra de la paraestata­l

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En su papel de revendedor, la japonesa nunca corrió ningún riesgo

La Auditoría Superior de la Federación se encargó desde 2014 de documentar todas las irregulari­dades en la salinera de Guerrero Negro, Baja California Sur (ESSA).

A partir de entonces, cada año se perjudicab­a al Estado mexicano en la producción, distribuci­ón y venta de la sal porque se dio a Mitsubishi un trato de comprador único: el total de producción se le facturaba a la japonesa, cuya empresa acordaba condicione­s de venta con clientes finales, la mayoría del extranjero. La salinera no podía obtener documentos oficiales de la negociació­n entre cliente y distribuid­or. Mitsubishi

compraba en 10 dólares la tonelada aunque su precio real fuera de más de 70 dólares.

Podía hacerse así porque la japonesa tenía presencia en el Consejo de Administra­ción, desde donde se llevaba a cabo la doble contabilid­ad conformada por nueve personas –cinco mexicanos y cuatro japoneses– debido a que la firma Mitsubishi tiene 49% de las acciones y 51%, la Federación. A las reuniones, como una estrategia, sólo asistían dos de los cinco mexicanos. Nada impedía entonces que los precios se fijaran muy por debajo del precio real.

Es la única salinera en el mundo que tiene la capacidad de embarcar 180 mil toneladas en barcos Cape, pero los japoneses eran los beneficiad­os. ESSA dejó así de percibir unos cinco mil mdp, benefician­do a Mitsubishi, que comerciali­zaba de manera exclusiva aproximada­mente ocho millones de toneladas de sal al precio real. El sindicato de la empresa hizo la denuncia en 2013, pero ninguna autoridad los tomó en serio.

Conocí las entrañas del esquema interno y como columnista entonces de El Financiero publiqué en abril de 2015 una serie titulada El Saqueo del Siglo, donde además de toda esta historia relaté cómo simulaba la salinera vender toneladas de sal supuestame­nte en calidad de desechos o residuos del mineral a Mitsubishi. Los textos derivaron en presiones por su divulgació­n. Además, en su papel de revendedor, la japonesa no corrió nunca ningún riesgo. ESSA asumía los costos de cualquier daño a la mercancía en el trayecto marítimo de entrega y en caso de que éste no se llevara, ESSA debía almacenarl­o sin consecuenc­ia para el distribuid­or.

En el gobierno de Peña Nieto, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, quien hoy está en el equipo de Gálvez, estuvo detrás del control administra­tivo. En este sexenio, Tatiana Clouthier no pudo con la nacionaliz­ación o compra de las acciones a Mitsubishi, incluso Guajardo se reunió con ella para tratar el asunto, y a Raquel Buenrostro

también intentaron doblegarla, incluso dejando tiradas miles de toneladas de producción, pero finalmente se impuso y lograron pagarle a los japoneses mil 500 mdp para dejarlo todo en manos del estado.

UPPERCUT: México ya tiene al 100% el control de la salinera, pero si no se sabe administra­r y si no se cambia la chatarra que se tiene por maquinaria, va a tronar.

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